domingo, 3 de abril de 2022

Los miradores verdes de José Luis Pastrana

Al levantar la vista y mirar hacia arriba desde un prado, el follaje verde y el etéreo azul son la antítesis del rojo de la sangre y el negro de aviesas intenciones y peores actos que cohabitan con la humanidad a ras de suelo. El cielo como decía Freud, lo dejamos a las aves y a los ángeles. El suelo, eso no lo dijo él, a la maldad humana.

Odón Calleja, Pepe Pastrana, Basilio y El Guaje se encargan de un caso que combina esa paleta de colores que no solo ensucia sino que además es peligrosa. Un nuevo encargo que precisa de recursos tecnológicos extra y dedicación nocturna como si fueran curuxas de grandes ojos expectantes.

Un encargo que empieza con la investigación de un accidente de tráfico y termina con… mejor no avanzo nada. Solo indicar, parafraseando a Poirot, que todos esconden algo, todos mienten

Segunda entrega protagonizada por la Agencia de Investigación Marbella y en esta ocasión, habiendo presentado sobradamente los protagonistas en la anterior, más centrada en los pasos propios de toda investigación.

Una entrega que confirma el enfoque cozy de la serie, anteponiendo el aspecto detectivesco al noir de una novela negra.

El autor, José Luis Pastrana, prefiere la parte amable, centrada en la interacción entre los personajes y sus vivencias cotidianas, que la escabrosa del propio delito. Y así, en su obra, no se recrean hechos más allá de la mención y no se relatan actos que la imaginación no pueda suponer.

Al dominio del lenguaje, ya demostrado, se le añade la imaginación para ir trenzando una compleja historia con muchos protagonistas; en la que cada cual tiene su papel que, aunque pueda parecer pequeño, resulta indispensable para el avance de la trama.

Los miradores verdes es una novela de procedimiento de investigación. Si generalmente las novelas policiacas explican el procedimiento seguido por comisarías y agentes, esta serie se aborda desde el punto de vista de los investigadores privados en este país.

Muestra así la cara menos conocida del género, la menos peliculera y, en aras del realismo, sus limitaciones legales. Lo que ayuda a entender que el final no sea todo lo redondo a lo que se está acostumbrado, pero es que las leyes de este país requieren que sea cuadrado. Y es que no todos los delitos son pasto verde para las agencias de detectives.

La novela mantiene el tono ligero y cotidiano de cercanías que apuntaba la anterior, lo que parece confirmar que se ha establecido pauta, y significa lectura fácil que la hace recomendable entre lecturas de más calado, aquellas que dejan la mente aturdida y el cuerpo molido aunque no se haya movido del sillón.

De seguir así, el género cozy, poco dado en este país, tiene un nuevo adalid. Habrá que seguirlo de cerca.

Reseñada anteriormente en este mismo blog, Nuevos Horizontes: un caso del detective Calleja, primera entrega de la serie.

lunes, 28 de marzo de 2022

Vienen mal dadas de Laura Gomara

La crisis, sea familiar, de pareja o económica, es aquella situación en la que apareces como culpable aunque no lo seas. Pierdes a tu familia y eres culpable; pierdes a tu pareja y te sientes culpable; pierdes tu empleo y tu dinero y el banco te hace culpable.

Y cuando intentas rehacer tu vida, la sociedad te culpabiliza y te repudia. Y sobrevives como puedes pero intentas no perder la dignidad. Lo único que te importa incluso por encima de la propia vida.

Ruth Santana tiene dos empleos y aun así no llega a final de mes, pero no ha perdido su capacidad de lucha, ni su dignidad. No se doblega y por eso rechaza ayudas y no quiere imaginar a cambio de que favores. Pero a veces el destino, eso que se te cruza cuando dudas si ir o volver, si girar o seguir derecho, puede abrirte una puerta que ni sabías que existía.

A Ruth le ofrecen entrar tras una puerta oculta. Le ofrecen dinero fácil a cambio de muy poco, una simple vigilancia. Le ofrecen entrar en un túnel, como en el que ya está, pero en ese puede haber salida y esa luz, al fondo, la atrae como una polilla. Y si con eso va a poder volar, aunque sea temporalmente, no duda en agitar sus alas, y si se quema en el intento al menos habrá volado.

Mientras, una banda de carismáticos reventadores de cajeros automáticos planifica el golpe que los aleje de su realidad y les permita construirse una a medida. Buscan los mares del sur bajo el asfalto. Cada cual tiene su ilusión y a eso van. No son delincuentes ambiciosos y obedecen al Gallego que es el único que tiene un doble motivo para hacer lo que hace.

Un motivo poderoso que puede llevarse por delante a quien se interponga.

Laura Gomara relata una trama muy bien planificada; una acción narrativa a ritmo vivaz que se mueve por las calles de una Barcelona actual, sorteando peatones de a pie y los que yacen tumbados entre cartones y mantas en portales.

Ha escogido sus personajes entre los cientos de transeúntes con los que nos cruzamos un día cualquiera deambulando por calles y avenidas. 

Rechaza los estereotipos y por eso los policías y los delincuentes se identifican más por lo que no son que por lo que deberían ser. Incluso Ruth Santana es la negación al arquetipo que se le supondría en su papel de mujer en la novela negra.

Por comparación con los peores que eligen maldad para vivir, aquí los malos son los buenos ya que no han elegido sino que la vida los ha hecho así.

Con esas premisas, está claro que Vienen mal dadas es una novela negra por convicción y no por responder al paradigma tradicional, y por eso su lectura aún resulta más atractiva e interesante.

lunes, 21 de marzo de 2022

El Último Gudari de José María Nacarino

El Último Gudari, reforzado con las mayúsculas, es un thriller social e histórico que ficciona levemente, la vida en el día a día, el estado de ánimo, el miedo, la euforia, las contradicciones y las interrelaciones de los habitantes de Mondragón en los días previos a una decisión histórica que pretendían acordar el gobierno de España y la dirección de la organización ETA; terrorista para unos, de liberación nacional, para otros.

Último adjetivo Que en una serie ordenada ocupa el lugar final y no tiene otra cosa de su misma especie detrás o después.

Gudari nombre masculino Soldado del Gobierno autónomo de Euskadi durante la Guerra Civil Española. La organización ETA llama "gudaris" a sus miembros.

El 2005 sorprende a los habitantes de la localidad con la noticia de la detención en Andalucía de un comando de ETA. Los agentes Luis Alkorta y Reyes Bravo, encargados del operativo, saben que son victorias pírricas; que por cada etarra detenido surgen de nuevos y que solo descabezando la organización se podrá avanzar en su desaparición.

Hay que investigar, hay que camuflarse, hay que hacer seguimientos, hay que vigilar a todas horas y hay que estar con todos los sentidos puestos ya que es muy fácil pasar de perseguidor a ser objetivo.

Los sentimientos en Euskal Herria están a flor de piel y hay que pisar con cuidado para no soliviantarlos. La lucha es en las dos direcciones y en ella no hay cuartel.

José María Nacarino ha elegido para su primera novela un tema y una época cuyas heridas aún no solo no han cicatrizado sino que a la mínima vuelven a sangrar. La misma sangre que vertieron víctimas y verdugos de ambos bandos.

Ha realizado un retrato de la parte humana de quienes vivieron y sufrieron esa época. Convivir las 24 horas de cada día con la sensación de que puedes ser la siguiente víctima como diana o como daño colateral no predispone a disfrutar sino solo a sufrir menos. Ha retratado como eran quienes murieron y quienes fueron detenidos. Cómo se vivía el miedo y el odio. Como se sufría y como se obedecía.

El Último Gudari describe las incertidumbres y las desavenencias entre vecinos, entre políticos, también entre las fuerzas policiales y como no entre los dirigentes de la organización ETA. Todos quieren tener razón pero saben que no la tienen.

El autor relata hechos factibles y desarrolla una narrativa que cumple con su función de fijar la atención lectora a lo largo de las 747 páginas en las que no paran de suceder hechos que incitan a la reflexión para no caer en la trampa de juicios maniqueístas.

Una lectura apasionante y muy humana. Un entretejido de subtramas con hilos de sentimientos y aspiraciones.

miércoles, 16 de marzo de 2022

Carcinos, el asesino silencioso de Pedro Luis Fernández Ruiz

La divulgación científica requiere conocimiento del tema y capacidad para comunicar, dominio de la síntesis y del lenguaje. Por eso hay quienes teniendo uno y careciendo del otro emplean negros para escribir la obra.

Pedro Luis Fernández no precisa de esa muleta. En esta novela, su primera de género noir, demuestra tener la información y saberla transmitir; y para acentuar la predisposición lectora entreteje una enfermedad tan temida como es el cáncer con un relato policiaco sembrado de supercherías, toques milagrosos y episodios históricos que, reales o ficcionados, ayudan a componer la melodía de la aventura.

El resultado es Carcinos: un thriller rural que transcurre en Valdemonte un ficticio recóndito lugar de La Mancha de cuyo nombre real el autor pretende no acordarse.

Un villorrio al que ha regresado Alonso, el hijo del boticario, para hacerse cargo de un patrimonio familiar y en donde coincide con amistades de crío. A su alrededor se desenvuelve una trama criminal de funesto desenlace que lo involucra en una aventura que firmaría la mismísima Enid Blyton si sus Cinco hubiesen proseguido la investigación de sus misterios al llegar a la edad adulta.

Novela negra, policiaca, suspense, thriller… todo parece igual pero es distinto. Con cáncer, carcinoma, tumor, neoplasia… sucede lo mismo. Y del mismo modo que los géneros literarios ofrecen diferentes niveles de lectura, el cáncer ofrece múltiples caras y contra cada una hay que acomodar el comportamiento y el tratamiento adecuado para sanar al cuerpo.

Pedro Luís Fernández Ruiz, catedrático en la UAB y especialista en Anatomía Patológica y Jefe de este Servicio del Hospital Can Ruti de Badalona, escribe con precisión acorde a su oficio y a su trabajo. Con rigurosidad académico-científica pero empleando un léxico de divulgación absolutamente literario.

De forma progresiva va presentando los personajes que ha seleccionado para ejercer una función precisa dentro de un argumento que se va extendiendo para hacerse amo del relato.

Un relato que va cogiendo cuerpo, como el vino en bota, para ir desplegando todos sus recursos seductores. Equilibra la seriedad del tema de fondo vistiéndolo de aventura de acción y elige jóvenes en fase de madurez para encabezar el reparto lo que le permite pausas de relajamiento tensional.

Es un placer leer una obra de estas características que entretejida con tantos géneros tiene momentos para todo y para todos. Un thriller rural y tan criminal, como para dejar bastantes cadáveres por el camino.

domingo, 13 de marzo de 2022

Romperás la noche con un grito de David Orange

Hay muchos tipos de thrillers, pero o se mueven en línea recta hasta el infinito y más allá o adoptan la forma de espiral y van ampliando su radio de acción. Pero condición ineludible en todos es que la tensión debe ir en aumento y mantener el ritmo o en su virtud, incrementarlo.

Romperás la noche con un grito es un thriller que combina ambos tipos de narración. A la línea recta, le sigue un momento espiral y así intercalando va evolucionando la investigación. Incluso se permite capítulos a cámara rápida, donde se avanza al doble de lo normal con el método de no relatar sino resumir lo acaecido y que se desconoce para dar un salto temporal hacia delante. La sensación de vértigo que produce leer uno de esos capítulos es tan agradable como cuando la vagoneta se pone cabeza para abajo, inesperadamente, en el parque de atracciones.

Samuel es un bebé de 7 meses que duerme con su chupete de mariposas abrazado a un oso de peluche. Su padre Ignacio Durán, médico de familia, cuando no está a su lado, controla sus movimientos mediante un vigilabebés. Esa noche, en una suerte de duermevela provocada por el ruido de animosos falleros, cada vistazo le devuelve su cuerpecito relajado dentro de su cuna. Hasta que el último vistazo muestra la cuna vacía.

Un secuestro o un robo, no es lo mismo. En el primero hay esperanza de recuperar al bebé en el segundo es prácticamente imposible. Si es un secuestro habrá llamada e intento de intercambio con dinero; si es un robo, los compradores habrán tenido la precaución de ocultar su identidad y su nacionalidad y con el paso de las horas, localizarlos se hace cada vez más improbable.

La inspectora Elísabet Bru y su equipo, con la ayuda no deseada ni solicitada de un teniente de la Guardia Civil, son conscientes de que se enfrentan a un desafío por el que ni ellos mismos apostarían a ganador, pero no pierden la esperanza y prosiguen denodadamente a analizar cada nuevo indicio que se va incorporando al hilo de la investigación con la esperanza de sea el definitivo y les permita llegar a tiempo.

David Orange, de quien ya se reseñó en este blog su novela Género de violencia, ha dado un salto cualitativo considerable desde entonces, y en esta obra describe minuciosamente el procedimental policial para este tipo de situaciones consiguiendo alertar los sentidos puestos en la lectura.

Dibuja unos personajes tan carismáticos que es imposible no hacerse rápidamente con ellos, un recurso muy conveniente cuando hay tantos protagonistas actuando por separado, y establece un juego de relaciones personales que cubren gran parte del espectro de agentes socializadores.

La trama de Romperás la noche con un grito está dispuesta para que la lectura, confiada, caiga de lleno en sus mil y una trampas; y para que vea como la complejidad se ha apoderado de un caso que parecía una cosa y está siendo otra. Y a cada nuevo avance, con el cielo a tocar, un nuevo revés y un desespero en aumento viendo cómo pasan las horas sin solución a la vista.

El tema elegido, de los que tocan la fibra, ayuda a que la obra funcione todo en uno. Y para redondear está el final, del que no diré ni mu.