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jueves, 21 de febrero de 2019

Polar de Víctor Santos

"Este camino no tiene arco iris"

Aquello que empezara siendo una web còmic gratis de actualización semanal, por allá 2012, poco más que para frikis, es hoy una película disponible, desde el pasado 25 de enero, en Netflix, después de despertar el interés de Dark Horse que la tituló Polar: came from the cold.

Polar es una suerte de spin off de Black Kaisser un cómic que solo vio salir a la luz un número cuando su protagonista aún podía dar mucho más de sí. Como ha sido el caso, primero en cómic y ahora en una película.

Bizarra, tarantiniana en mucho, deudora de James Bond (ese malo, malote), evocadora de súper-héroes, psicológica: el bueno es un malo, cine de Hong-Kong, cine negro francés con estética nouvelle vague, hay de todo pero muy bien conjuntado, porqué los orígenes siempre son mestizos.

Serie B, pero B en mayúsculas. No como demerito sino como marco en el que cabe todo y más, en el que la acción, el color, los diálogos no tienen que responder más que al nivel de creatividad de quien lo realiza. Los medios al servicio de la imaginación. PULP TOTAL.

Esta fiel adaptación del cómic Polar: surgido del frío de Víctor Santos la dirige Jonas Åkerlund y tiene a Mads Mikkelsen como protagonista absoluto y una breve pero decisiva intervención de Richard Dreyfuss, se nota que la apuesta por esta obra indie ha despertado interés. Y con razón.

El cómic de Víctor Santos
Polar, como se denomina en Francia al género negro, es un film noir con garantía de entretenimiento, suspense y acción, mucha acción, sangre y venganza. La elíptica escena de la decapitación es de lo mejor que se ha visto en cine.

Duncan Vizla, conocido como Black Kaisser, un espía inexpresivo, reflexivo y calmado, de cuando la guerra fría y que perdió la sonrisa no sabe dónde ni cuándo, está a punto de jubilarse sin saber que la letra pequeña de su contrato estipula que si fallece antes de la fecha y no tiene herederos declarados el capital que se le adeuda, en su caso algunos millones de euros, se reinvierte en la empresa, la empresa Damocles.

Mads Mikkelsen
Empresa que atraviesa problemas de liquidez y Mr. Blutt, el gerente ejecutivo, está dispuesto a lo que sea para sanear su balance y si no puede ser con un ERE legal será con uno ilegal aunque sea liquidando sus activos.

Para ello cuenta con el Equipo A, un despropósito de comando de gatillo fácil que cree que alguien de edad jubilable forzosamente ha de ser una víctima fácil y todo un ejercito por si fuera menester. Nada más acertado. Y si no vean hasta dónde puede llegar este alter ego de John McClane.

Para gozar.

domingo, 25 de noviembre de 2018

Las mujeres de Bletchley (The Bletchley Circle)

Femicidios y denuncia del machismo
y patriarcado.

Durante la II Guerra Mundial, Bletchley Park fue el Cuartel General de Comunicaciones del Reino Unido, un centro operacional dedicado a descifrar mensajes cifrados por los nazis. Allí, por ejemplo, fue donde Alan Turing y su equipo consiguieron entender Enigma con el consiguiente impacto favorable a los aliados.

La serie Las mujeres de Bletchley (The Bletchley Circle) se centra en cuatro mujeres que por aquel entonces trabajaron allí de forma brillante y que ahora, mediados los ’50, con la guerra finalizada e intentando la sociedad volver a la normalidad con los hombres habiendo recuperado el protagonismo, viven vidas anodinas e insatisfactorias.

Hasta que una de ellas, para la que sus procesos cognitivos van a velocidad de vértigo y le son tan indispensables como respirar, cree ver un patrón geográfico de comportamiento en una serie de asesinatos de mujeres, cuyos cuerpos se están encontrando en distintas zonas de Londres, aparentemente sin conexión alguna ni entre los lugares ni las víctimas.

Ante el escepticismo de Scotland Yard no duda en contactar con sus antiguas compañeras que, tan ávidas como ella de poner algo de emoción a sus vidas y ayudar a evitar más femicidios, no dudan en aportar sus aptitudes y sumarse a la investigación.

Bajo el inocente motivo de encuentro como es la creación de un Club de Lectura, Susan, Millie, Lucy y Jean van elaborando hipótesis a partir de los análisis de la información que consiguen como hicieran al descifrar los códigos del ejército alemán.

El resultado da una miniserie de 3 episodios para este primer caso y una segunda temporada con dos nuevos casos de dos episodios cada uno.

El reparto lo conforman actrices y actores muy convincentes en sus papeles: Anna Maxwell Martin, Rachael Stirling, Julie Graham, Sophie Rundle, Mark Dexter, Hattie Morahan, Faye Marsay, Michael Gould, Steven Robertson y Nick Blood.

Una serie negra, que trabaja el misterio como una serie policiaca y el suspense como un thriller y que demuestra, como suele ser habitual en la BBC, que en esto del costumbrismo criminal los ingleses son los verdaderos especialistas y es que el misterio y la amenaza, como los asesinos, siempre son vecinos de alguien.

La serie desarrolla tres interesantes casos de intriga y denuncia el ostracismo al que los medios y los libros de historia sometieron a las mujeres que tuvieron un papel activo y fundamental en el modo en que evolucionó la contienda.

Las mujeres no solo fueron víctimas durante la guerra, habría que decir todas las guerras, sino también después: al quedarse sin trabajo, al tener que vivir bajo la opresión y violencia masculina, “sucede a menudo”, y a verse recluidas al triste papel de ama de casa sin aspiraciones ni intelectuales ni políticas. Este es el aspecto de fondo cuya denuncia es elocuente.

Serie policial, de intriga y espionaje, reivindicativa y de fuerte contenido sociológico que ofrece diversos niveles de lectura. Más que recomendable.

domingo, 4 de noviembre de 2018

Crimen en el paraíso temporada 7

Florence Cassel y Jack Mooney,
los protagonistas de la 7ª temporada
de Crimen en el paraíso

La serie Crimen en el paraíso continua siendo una de las más amables de la oferta policiaca actual, heredera de las clásicas Colombo y Se ha escrito un crimen va camino de convertirse, como ellas, en leyenda.

Y no es que sea brillante, es más, esta última temporada se apoya más en su vis cómica que en la policial, pero tampoco tiene ínfulas de serlo y esta sencillez se manifiesta en una serie sin más pretensión que entretener y llenar de luz y de color, en el trópico ambos abundan, los veranos televisivos.

La sempiterna, e imaginaria, isla caribeña de Saint Marie acoge nuevamente los 8 episodios que conforman la, ya, séptima temporada y sin dar muestras de cansancio.

En esta ocasión y tal como finalizó la anterior hay cambio de inspector en la gendarmerie de Honoré, Jack Mooney, un irlandés más que evidente, sustituye a Humprhey Goodman, un inglés redomado, que decidió quedarse en Londres.

Jack Mooney, el cuarto inspector desplazado a la isla, parece haber ido a la misma escuela que los dos inspectores anteriores (al primero no lo conocimos) ya que su modo de proceder durante la investigación y su súbita iluminación para resolverla se sustenta en los mismos principios y se ejecuta con los mismos métodos.

Uno de los secretos de que aun cambiando protagonistas la serie no solo se mantenga sino que aumente su audiencia. El guion y la estructura narrativa siguen sosteniendo la propuesta.

En el resto del equipo no hay cambios y siguen la subinspectora Florence Cassell y los agentes Dwayme Myers y JP Hooper, bajo la atenta y escrutadora supervisión del comisario.

El inspector Jack Mooney, que se ha instalado con su hija adolescente en la isla en la misma cabaña que ocuparan sus predecesores y donde sigue residiendo el lagarto más simpático de cualquier serie televisiva, sufre el inevitable periodo de aclimatación al entorno, a la forma de vivir, pensar y moverse de los nativos y a lidiar con los turistas y empresarios extranjeros que suelen ser siempre víctimas y verdugos de los casos de asesinatos.

Asesinatos enmarcados en el más clásico estilo de la novela policíaca inglesa que recurre a pocos sospechosos, crimen con poca sangre, habitaciones cerradas y coartadas para enmarañar la trama y dejar para el mismísimo final de cada episodio la resolución del caso.

No le pidan a la serie más de lo que honestamente ofrece y no solo no saldrán defraudados sino que se lo pasarán muy bien jugando a descubrir quién es el asesino al más puro estilo Cluedo solo que en el Caribe.

Solo queda esperar que el 2019 traiga la octava temporada.

Aquí están las reseñas de las temporadas anteriores:

1ª Temporada (con Richard Poole y Camille Bordey)
2ª Temporada (con Richard Poole y Camille Bordey)
3ª Temporada (con Humphrey Goodman y Camille Bordey)
4ª Temporada (con Humphrey Goodman, Camille Bordey y Florence Cassel)
5ª Temporada (con Humphrey Goodman y Florence Cassel)
6ª Temporada (con Humphrey Goodman, Jack Mooney y Florence Cassel)



lunes, 1 de octubre de 2018

The good wife

The good wife, la serie

Fiscalía: Señoras y señores del jurado ya han escuchado los testigos y han visionado las pruebas en su monitor, en éste alegato final vamos a solicitarles un veredicto de culpabilidad para la serie The good wife.

Y lo vamos a hacer en base a su pretencioso y fallido intento de desmarcarse de otras series de temática judicial lo que supone un engaño a la audiencia. No hay nada que la distinga de las demás y por tanto nada justifica dedicarle ni un minuto.

La serie tiene todo lo necesario para atrapar a la audiencia: protagonista femenina guapa y elegante, protagonista masculino feo pero atractivo, co-protagonistas femeninos y masculinos glamorosos, secundarios que en realidad son maniquíes sin alma y con unos roles escogidos para parecer que son humanos y sin embargo no hay nadie que no actúe como un robot: repiten los mismos gestos e idénticas expresiones en cada aparición. Trajes y vestidos de diseño. Decoración esmerada que no se corresponde con el vino negro que bebe la protagonista, de origen desconocido y seguramente oxidado por lo mal que lo cuida.

La serie empieza subtramas que abandona sin concluir ni dar más explicaciones, en una clara muestra de los bandazos de guión según la respuesta de la encuesta del mismo modo que introduce innecesariamente nuevos actores para abandonarlos a su vez sin que se entienda ni su presencia ni su ausencia. Y otros más recurrentes que arrincona sin motivo alguno.

Improvisación en las tramas horizontales y verticales sin dirección definida. Incluso los guiones son decorado. La defensa les dirá que trata temas sociales y nada más lejos de la realidad: pasa por encima de puntillas para dar la impresión que ejerce la crítica pero si analizan con detenimiento verán que dejan más interrogantes que respuestas. No se mojan en ningún caso y solo buscan titulares.

Quieren parecer comprometidos mencionando temas candentes y solo evidencian su ignorancia al tratarlos como un culebrón y no como un reportaje. No se lleven a engaño de la mano de la defensa, ustedes saben perfectamente que los guiones se eligen en función de las respuestas y detrás no hay ninguna intención de evidenciar defectos de la sociedad ni mucho menos solucionarlos.

Protagonistas principales y recurrentes
Peleas entre protagonistas dignas de instituto e impropios comportamientos entre adultos profesionales que tienen la vida o la economía de sus clientes en sus manos. Y un final que desprecia a sus seguidores al no cerrar las tramas y que demuestra que la serie se alargó innecesariamente, buscando solo beneficio económico, y se mantuvo en vida aunque ya estuviera clinicamente muerta.

La protagonista sí que evoluciona pero para pasar de ser una buena persona a una maquiavélica e interesada luchadora por asentar su ego. Utiliza los hombres a su antojo de forma que criticaría si fuere al revés. E igual hace con las amistades, a las que considera solo una relación de conveniencia. Otro fraude, esta vez a la moral.

Todo un ejemplo de como la ambición puede desencajar cualquier principio de humanidad. Magnífica muestra de los valores negativos que transmite la serie a los televidentes. Pretende ser una serie judicial (donde estás Perry Mason, donde La ley de Los Ángeles, dónde Ally McBeal) y solo es un melodrama pretencioso.

La serie es puro entretenimiento barato. Ni más ni menos y promocionar lo contrario es publicidad engañosa, manipulación de los medios y fraude televisivo. Es por eso por lo que solicitamos un veredicto de culpabilidad. Y ustedes votándolo estarán poniendo trabas a quienes quieran seguir su ejemplo y estarán abogando por una televisión transparente y ejemplar.

Defensa: El error de la fiscalía, señoras y señores del jurado, es presumir que con The good wife estábamos solo ante una serie de abogados cuando para nada es así. Que los protagonistas pertenezcan a la defensa, fiscalía y judicatura y que las tramas se resuelvan mayoritariamente en juzgados es el medio elegido para ahondar en una realidad que muchas veces incomoda.

The good wife aprovecha el paso del tiempo para ir mostrando como los protagonistas van asumiendo su madurez, cambiando sus prioridades y como van adaptándose a las novedades que supone el ir acumulando años y sufriendo reveses, para realzar los distintos enfoques ante los cambios que también evidencia la sociedad.

The good wife se vale del entorno judicial para enfrentarse valientemente a situaciones rabiosamente actuales y sobre las que la población se interroga y nadie atina a resolver.

Situaciones susceptibles de ser delitos y que no siempre son tratadas de forma justa.
Trata el adulterio, la relación entre la política y la prostitución, las campañas electorales, el depredador mundo de los negocios, el riesgo de los emprendedores, el poder de las redes sociales y la actuación de Anonymus, la corrupción en todos los estamentos de poder, escuchas telefónicas preventivas por orden gubernamental, la ambición por encima de la ética, las relaciones sexuales en adolescentes, el racismo, la comunidad religiosa, el poder de la industria farmacéutica y el comportamiento de la sanidad privada, debate sobre la muerte asistida, el consumo de drogas, el tráfico de las mismas y su asociación con asesinatos, el uso de drones para fines militares, diseño de armas en internet para uso doméstico, hackeo de datos particulares y descargas ilegales, el aborto, incluso se atreve con las criptomonedas y en especial con el bitcoin. ¿No les parece elocuente y comprometida?

Más evidente hubiera sido pero lo cierto es también que, al emitirse en una cadena generalista, han sido convenientemente vetadas escenas de violencia y sexo más explicitas y diálogos más acerados, lo que puede dar la falsa impresión de una serie edulcorada.

Pero sobre todo The good wife habla de la evolución de una mujer que siempre ha estado a la sombra de su marido; de una ama de casa y madre abnegada que es capaz de trascender de su vida recogida y enfrentarse al mundo. Y desde un bufete de abogados, viendo cada día la suciedad que la envuelve es capaz de seguir siendo optimista y crecer como persona, mujer, madre y como profesional y seguir aspirando a mejorar esa realidad que no le gusta.

Habla también de feminismo y otorga los principales papeles resolutivos de la serie a mujeres. Y a eso la fiscalía lo llama melodrama.

No tengan duda alguna de que The good wife trasciende el entretenimiento y con su crítica social alecciona a los espectadores a plantearse su compromiso con conseguir una sociedad más justa. La televisión es el medio y las series los instrumentos.

Secundarios de lujo flanqueando a la protagonista
The good wife no es una banalidad para pasar el rato, aunque haya quien no quiera ir más allá, es un servicio público y si lo entienden así deben emitir un veredicto de no culpabilidad. Y con ello serán partícipes de ese cambio social hacia mejor. Muchas gracias.

Juez: Señoras y señores del jurado han escuchado los argumentos de la fiscalía y de la defensa, ahora deben retirarse a deliberar.

(Siete temporadas de veintidós capítulos cada una producidos por los hermanos Scott, Tony, hasta que fue posible, y Ridley. Por mi parte solo les diré que los mejores personajes de la serie son, más allá de toda duda razonable los secundarios y entre ellos cabe destacar a Jackie Florrick, Louis Canning y Elsebth Tascioni)

Se levanta la sesión.

domingo, 10 de junio de 2018

La Mantis

Thriller de hermosa fotografía y
tenso e intrigante desarrollo.

La mantis es un insecto mundialmente conocido por ser la única especie animal en el que la hembra devora al macho después de la copulación. A partir de aquí el imaginario colectivo lo extrapola, rápidamente y con cualquier excusa, al género humano buscando notoriedad en la noticia.

Alguien ha esperado 25 años para aparecer. Para asesinar. Para imitar a quien fuera una gran asesina en serie: La Mantis. Hay un copycat en las calles que la policía tiene que encontrar, con o sin ayuda.

Jeanne Deber, La Mantis, fría e impávida, en prisión cumpliendo cadena perpetua, se ofrece para ayudar. No soporta que alguien pueda estropear sus puestas en escena, lo más parecido a una obra de arte, con actos chapuceros.

Esta es la razón principal que alude, pero no la única, tiene varias condiciones y otras intenciones: quiere salir de la cárcel, quiere tener acceso a información, quiere poder visitar escenas de crimen y sobre todo y ante todo quiere colaborar con su hijo Damien Carrot (un correcto Fred Testo) a quien dejó, la ley fue inflexible, siendo un crío de diez años y hoy es un reconocido investigador en la policía, lo que le permitirá estar a su lado y empezar a conocerlo y quien sabe, tal vez recuperar los años de separación.

Pero Damien, que rehízo su vida olvidándola no va a ponérselo nada fácil, lo que va a traer consecuencias insospechadas tanto en su equipo policial como en su entorno familiar.

Carole Bouquet en el
papel de La Mantis
Carole Bouquet se muestra perfecta en su papel de La Mantis. Da el perfil de una asesina calculadora e insensible, justiciera, fría, metódica y exquisita; pero también el de una madre preocupada y el de una mujer que ansía vivir.

Su personaje, el de una psicópata con visos de remisión ¿acaso pueden redimirse los psicópatas?, que va quitándose la armadura con la dificultad por el peso y la incomodidad que eso supone, es tan escalofriante como su mirada fija en el espectador: no saber que está pensando ni cómo reaccionará es de lo más estremecedor de la serie. Ese es el misterio desorientador que confiere a la serie un punto diferencial para crear un thriller que no necesita ser trepidante para ser consecuente.

Hay perversión manifiesta en las mentes criminales pero no siempre los actos son consecuencia de perturbación mental, los que hay que responden a una necesidad catártica de recomponer las relaciones agrietadas y malsanas. Aunque sea rompiéndolas del todo. La Mantis mató, cierto es pero ¿las razones y las víctimas elegidas, a su vez verdugos, justifican sus actos? ¿Es un asesina o una justiciera?

El suspense y la intriga se mantienen, como no podía ser de otra manera, afortunadamente, hasta el final de este absorbente e hipnótico (esa mirada capaz de anular cualquier pensamiento) thriller de fuerte dramatismo; los paisajes tanto exteriores como interiores, estan bien elegidos y cuidados hasta el detalle. Contrasta, evidentemente así pretendido, el hogar familiar con el hogar carcelario. A uno le sobra lujo pero le falta calidez. Al color blanco y negro de las ropas de una se le anteponen otras de escandaloso colorido. A las risas, tristeza.

Una temporada. Seis episodios. Truculentas escenas, enrevesada trama y mucha investigación y muchos nervios. Para empezar a verla y no parar hasta el final en una sola sesión.

Jeanne Weber (a quien de alguna forma recuerda la serie) fue una asesina en serie francesa y real nacida en 1874 y fallecida por estrangulación autoinflingida en 1910 en una institución mental donde cumplía condena desde 1908 como culpable de 1 asesinato, de los diez de los que era sospechosa.

Se diferencia del personaje de la serie de que solo asesinaba a niños, de ambos sexos, y mediante estrangulación.


miércoles, 9 de mayo de 2018

The killing, serie TV

The Killing: un drama criminal

He aquí una serie que pierde los papeles a poco de empezar y no los encuentra en ningún momento, aunque tampoco parece que haya nadie desesperado buscándolos.

Sus tramas son tramposas y manipulan descaradamente al espectador, el desarrollo argumental pierde foco y se dispersa en secuencias que nada aportan y mucho aburren.

Su personaje principal, la detective Sarah Linden (interpretada por Mireille Enos) se presenta como un ser incapaz de mantener relaciones cordiales con nadie y ganar el primer premio, si se otorgara, a la peor madre del mundo, la peor pareja sentimental y profesional (su compañero Stephen Holder (Joel Kinnaman) puede dar fe de lo borde que es) y casi el premio a la peor policía, habida cuenta que o tiene iluminaciones resolutivas o va a remolque.

Y si este es el personaje que se buscaba crear, nada que decir. Lo han clavado y el dramatismo y angustia existencial están garantizados. Solo que resulta forzado y con ello poco creíble.

Y aún hay más: el procedimiento policial es nefasto y casi nada reglamentario ya que se saltan los derechos Miranda a cada ocasión, se acreditan como si vinieran de un país vecino, molestan e interrogan sin autoridad y la investigación avanza a golpe de casualidad. Se acusa a cualquiera que remotamente pudiera tener relación en una suerte de prueba error a ver si acierto, diálogos ausentes y cuando está presentes poco aclaran y mucho confunden y silencios, demasiados que propician que cada cual los interprete a su manera y se causen destrozos casi irreparables en personas inocentes tomándose otros la justicia por su mano.

The killing, inicialmente una temporada, renovada con dificultad por una segunda (algo intuyó la productora) y después de enterrarla resucitada para una tercera (las productoras son las únicas que tropiezan con la misma piedra) y nuevamente como Lázaro rescatada de entre los muertos para una cuarta (‽) y, esta vez parece que va la vencida, última y refinitiva.

La serie es la versión americana del original danés Forbrydelsen (traducido como Crimen) y al no conocerla desde aquí es imposible establecer comparación.

La pareja de detectives protagonista
Stephen Holder y Sarah Linden
The killing no es una serie policial al uso, es más bien un drama con crimen y esto es probablemente el motivo de su seguimiento y agrado. El peso que tienen las personas y sus relaciones es superior al de la investigación criminal y tomada así resulta interesante ya que los personajes tienen todos su qué y es puramente casual que todos carguen con su cruz y tengan cosas que ocultar.

Ni los propios detectives se escapan de su mayor protagonismo como personas que como policías. Eso la hace distinta y es el aporte, el único, valioso y diferencial con otras series; la lástima es que no saben resolverlo.

Las dos primeras temporadas giran alrededor del asesinato de una joven en Seattle, donde transcurre la serie, coexistiendo con varias subtramas; un Seattle cotidianamente lluvioso, gris y deprimente. En la tercera un asesino en serie es el objeto/sujeto de investigación y es autoconclusiva, ¡pero de qué manera!, probablemente nadie imaginaba una cuarta y cerraron de un portazo sin tener en cuenta que caerían los cuadros colgados de la pared.

He soportado las tres primeras para darle cuerpo a esta entrada. Ya no he podido con la cuarta.

Que a ustedes les vaya mejor.

domingo, 8 de abril de 2018

Collateral

Terrible mundo este que parece
no importarle si los daños
colaterales son materiales o
humanos.

Londres, en esa época en la que el Brexit marcará un antes y un después y especialmente por lo que lo detonó: la inmigración, es donde y porqué se ambienta esta mini serie de cuatro episodios de temática noir e intereses transversales.

Collateral porqué todo acto tiene consecuencias, toda decisión tiene efectos secundarios y los daños colaterales se contemplan como mal menor y asumible. Terrible mundo este que no distingue si esos daños son materiales o humanos.

Una serie abducida por la presencia femenina abastando esa transversalidad mencionada y lanzando un mensaje claro por el reconocimiento que se le niega al 50% de la población.

Los personajes masculinos, relegados, representan mayoritariamente la baja estofa, en general todos interesados, egoístas, pretenciosos e incluso primitivos. Y no es que las mujeres no lo sean pero es que ellos no tienen límite. La ambición por el poder, por dominar y poseer predomina sobre la libertad de quien esté enfrente.

De nuevo el género negro presentado desde la cotidianeidad. Desde la proximidad, desde la convivencia. No hay que inventarse acrobacias argumentales para destacar que el crimen y el delito están justo a nuestro lado.

En Collateral se desarrolla una trama de tráfico de personas que sirve para retratar a una sociedad que posa indiferente ante el fotógrafo. Sirve para evidenciar que se prefiere cerrar la puerta y las ventanas si es preciso antes que aceptar la realidad y tener que mojarse. Ya se mojan los inmigrantes y muchos se ahogan.

Collateral tiene su punto de partida en un asesinato frío y premeditado y desde él recorre un sinfín de situaciones destapando a su paso y sin pudor el henchido cinismo que anda por las calles en forma de animales de dos patas. Poniendo el dedo en cada llaga y retorciéndolo en su interior.

Y una vez todo expuesto deja que sean los espectadores quienes juzguen, si así lo desean, o actúen, si así lo prefieran.

Tráfico clandestino de inmigrantes, tráfico de drogas, traumas militares, pánico al terrorismo, xenofobia, falsedad eclesiástica, lesbianismo, ludopatía, acoso sexual, violación, mentiras y traición.

Kip Glaspie
(Carey Mulligan)
Al ritmo pausado habitual de las series de la BBC se nos presenta a Kip Glaspie (interpretada por una carismática Carey Mulligan) en el papel de una inspectora embarazada encargada de investigar el asesinato de un joven repartidor de pizza y que acaba siendo el personaje aglutinador de las distintas subtramas.

Subtramas que van salpicando como lo hacen los ingredientes sobre la masa de pizza; son diversos los hilos que van apareciendo hasta mostrar este fresco tan rabiosamente actual que denuncia que se emplee los sustantivos bandera y patria para tapar intereses privados de hondo calado.

Por una vez cuatro episodios, ni que hubieran sido los habituales seis, resultan insuficientes para abordar con profundidad sobre todo lo expuesto, faltan minutos para completar un discurso claro sobre su intención pero si bastan para evidenciar la mezquindad humana que se pliega ante la opinión pública.

Como retrato social está más que conseguido; como relato no concluye los temas abiertos de forma solvente y comprometida. Prefiere imitar la realidad: sabe que no hay conclusión posible y que lo denunciado no tiene final. Demasiados intereses nacionales detrás de todo.

Una novela negra contada desde una serie de televisión con guión de David Hare y dirigida por S.J. Clarkson, ambos nombres bastan para ver el nivel de calidad de la misma. No deberían perdérsela.

domingo, 25 de febrero de 2018

Jessica Jones serie de TV

Superheroína a su pesar.
Hell’s Kitchen, la cocina del infierno, donde el sueño de sus residentes es el mismo para todos: salir de allí. Pronto. Con vida. Y con los menores traumas posibles.

En Hell’s Kitchen, ese barrio maldito de New York, es donde Jessica Jones trabaja como detective privado y cuenta con un aliado especial: unos superpoderes que le permiten elevarse del suelo, sin llegar a volar, y una fuerza y resistencia física de muy alto nivel.

Pero lejos de ser el estereotipo sexista al que parecen condenadas todas las superheroínas,  encarna el estereotipo de la chica joven normal. Sin curvas ostentosas, ni pose de mujer fatal, ni sex-appeal exuberante ni lascivia en la mirada, ni aspecto de colegiala modosita, ni de girl scout dispuesta a realizar su BO diaria. Tampoco viste mallas de colores, ni su peinado es ahuecado ni es rubia.

Jessica Jones (una magnífica y lánguida Krysten Ritter) es una superheroína que no ejerce ni hace ostentación y no es para nada mediática; viste desapasionadamente y le preocupa tan poco su aspecto o lo que opinen los demás que adolece incluso de cierta falta de higiene personal.

Su dejadez y pasotismo le sobrevino en una época de abusos y maltrato que han conformado su forma de ser: una mujer herida, borde, antisocial, noble, sincera y que abusa del alcohol. Una forma como otra de sobrellevar la carga emocional hasta que consiga redimirse de su antagonista Kilgrave (un David Tennant hierático y extremadamente convincente y aterrador en su papel).

Psicópata a partir del cual
se enuncia la psicopatía
Kilgrave es a la psicopatía lo que Tintin al cómic. Kilgrave es el villano al que cualquiera temería; es el villano por excelencia. El que todas las series de televisión quisieran para sí.

Su anodina actitud impide presagiar su enorme capacidad para el mal. Sus actos son pavorosos. Su superpoder le permite manipular la mente de las personas y hacer que hagan lo que sea aunque suponga atentar, de la forma más cruel e inhumana posible, contra su propia vida. Ríanse de la hipnosis del teatro.

Las tramas y subtramas de género noir resultan más que creíbles gracias a unos diálogos muy conseguidos que sumados a una escenografía realista y a unos diseños de vestuario, maquillaje y efectos especiales dignos de película, poco más se puede decir.

Los secundarios son todos muy sólidos y su papel, muy bien definido, arropa a la protagonista y supone el contrapunto de relajación suficiente para aflojar las mandíbulas de vez en cuando.

Una serie imprescindible para quienes disfruten con los cómics y sus adaptaciones y para quienes disfruten de ese noir sin etiquetas. Y con un final espectacular y a la altura de lo requerido. Un final inteligente y agónico. Una tensión superior a cualquier hipertensión medible en cualquier tensiómetro.

Alias, el cómic.
El 8 de marzo de 2018, no se podía haber elegido mejor día, se estrena la segunda temporada. Un vendaval de aire fresco para alejar los tópicos machistas y reivindicar la posición de la mujer en el mundo.

La serie es una traslación del cómic y respeta su desasosiego de producto adulto sin edulcorar ni potenciador de sabor. Violencia y sexo, en abundacia y a pelo, no es algo pensado para agradar al máximo de público. Ni lo busca ni lo pretende. La serie es lo que es y por esa honestidad se agradece y si gusta, se disfruta doblemente. Son 13 episodios y a partir del cuarto se ven casi sin interrupción.

El cómic original adaptado es ‘Alias’ escrito por Brian Michael Bendis y dibujo de Michael Gaydos y con una corta vida de solo 28 números editados por Marvel.


domingo, 28 de enero de 2018

Glacé

Una magnífica elucubración
maquiavélica, producto de una
brillante mente enferma.
Un acto siempre es una respuesta; una consecuencia. Alguien ha planeado, ha dicho o ha hecho algo buscando esa respuesta. Provocando ese acto. Que no tiene porqué ser inmediato y puede diferirse incluso varios años.

El azar también cuenta como algo o alguien catalizador pero el azar no puede enlazar una sucesión de actos mostrándolos además en una secuencia lógica, casi matemática. El azar es impredecible. Los planes del ser humano, por complicados que parezcan, siempre pueden ser predichos. Lo cual no significa que lo vayan a ser.

En lo alto de una parada de teleférico, a 2.000 metros de altitud, cerca del pueblo de Saint-Martin en el Pirineo francés, encuentran el cadáver de un caballo sin cabeza.

El hecho de que pertenezca a alguien importante en la comarca motiva al juez a designar al capitán Martín Servaz de Toulouse (interpretado por Charles Berling) como coordinador de la investigación junto a la capitana Irène Ziegler de la Gendarmerie local (interpretada por Julia Piaton).

En la misma zona se encuentra el Centro Warnier, un establecimiento penitenciario de alta seguridad donde los internos presentan trastornos psiquiátricos. Uno de ellos, un peligroso asesino en serie: Julian Hirtmann (hierático y convincente Pascal Greggory), fue detenido por el capitán Martin Servaz.

Martin no cree en las casualidades. No cree en el azar como catalizador de coincidencias. Y si cree en cambio, porque lo sabe, porque lo ha sufrido, que la mente humana está mejor preparada que el azar para ello.

La trama se va desenvolviendo con lentitud, los encuadres, precisos y preciosos, permiten visionar los acontecimientos desde perspectivas relajantes y por tanto intentan impregnar al espectador de la tranquilidad necesaria para poder racionalizar los hechos. Los planos no buscan escandalizar sino mostrar para poder discernir entre las distintas posibilidades.

Glacé es una magnífica elucubración maquiavélica producto de una brillante mente enferma, en formato de serie televisiva.

Estamos ante un thriller psicológico donde, también hay acciones de acción pero, los actos solo son respuestas.

Y el paisaje relajante ayuda a contribuir a la creación de esa atmósfera donde la mente gana al cuerpo. El blanco de la nieve contrasta con las sombras de los árboles y con la dicotomía de colores la busca también entre la pasión y la razón. Aunque ésta es distinta según quien la argumente y si es un psicópata quien lo hace, sus actos puede que no sean razonables según el comportamiento social definido.

Solo una temporada. Solo seis episodios. Y no parece que pueda haber más habida cuenta que se trata de una adaptación de la novela del mismo título, Glacé, de Bernard Minier. Los que la han leído dicen que, a pesar de los múltiples cambios, la serie conserva el espíritu del texto. El visionado merece la pena.

sábado, 2 de diciembre de 2017

La casa de papel, segunda parte

En la mejor línea de las mejores
películas de grandes robos.
La casa de papel estaba estructurada como una temporada dividida en dos partes y lo que se contó aquí hace referencia a la primera parte y deberían leerlo antes de continuar.

Hoy toca hablar de la segunda. Y del final.

Las personas somos animales asustadizos pero con la diferencia que nos dominan los sentimientos. Y estos pueden burlar al raciocinio y este caer sumisamente y de cuatro patas ante sus argumentos. Cuatro patas. De ahí lo de animales.

En toda lucha hay bajas y La casa de papel es una lucha.

De inteligencias, aunque la militar parece que no pasó el psicotécnico, de voluntades y de caracteres; pero también es una lucha armada y si las otras solo afectan el ego ésta última también afecta al cuerpo. Y un cuerpo herido con arma de fuego poco puede resistir. De ahí que haya bajas.

No las que desearíamos, ¿nos hemos vuelto malos?, pero haberlas haylas y si para el Profesor no estaban previstas para los telespectadores ya estaban descontadas.

Esta segunda parte ha bajado un poco el desafío intelectual en beneficio de la manifestación sentimental. Nada que objetar en aras del realismo: cuando se llevan tantas horas encerrados y con tanta tensión es más fácil que a alguien se le escapen exabruptos, lagrimas, disparos y bofetadas que disertaciones sobre Kiekergard. Que estamos hablando de ladrones armados con rehenes y con las desordenadas fuerzas del orden a quien nadie pone límites.

Siempre es la soberbia de los dirigentes la que puede llevar al fracaso cualquier operación, ya sea desde un bando o desde el otro. Son esos momentos en los que hay que mantener la cabeza fría y dejar las gónadas, femeninas y sobre todo masculinas en su sitio. Y eso es algo que pocos saben hacer, visto lo visto.

Los payasos saben como hacer reir y como desviar la atención

La serie mantiene su ritmo, su tensión y sus expectativas a la par que sus protagonistas que siguen sin desentonar, si acaso acentúan sus perfiles y eso insistimos, atendiendo la trama que les obliga a permanecer encerrados, con las necesidades básicas cubiertas pero en precario, permanentemente alertas a los rehenes de dentro y a los grupos de asalto exteriores prestos a ello le da absoluta veracidad a la interpretación.

Los sentimientos son como las cargas explosivas, siempre a punto de estallar. El amor puede imponerse a las dificultades y crecer en ellas aún más rápido si cabe. El odio es camaleónico y como tal se camufla para pasar desapercibido.

La casa de papel está en la mejor línea de las mejores películas sobre grandes robos, en especial las americanas de elenco coral y más por lo que respecta al final.

La mejor serie nacional del año. Sin duda alguna. Si aún no se han decidido a verla no saben lo que se pierden.

O partigiano, portami via,
o bella, ciao! bella, ciao! bella, ciao, ciao, ciao!
O partigiano, portami via,
ché mi sento di morir.

Para leer la primera parte de la casa de papel pinchen aquí

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Cardinal serie TV

'Cardinal' cuando el frío conserva
el cadáver
John Cardinal detective de homicidios de Toronto, regresa a Algonquìn, cerca de Ontario, donde el hielo y la nieve son tan habituales como consecuentes su frío y su sensación de soledad.

Cardinal es una serie con una doble trama lineal, la primera la investigación que lleva a cabo John Cardinal de un más que probable asesino en serie: se ha localizado el cuerpo congelado de una niña de un caso que en su día se cerró en falso al considerar una huida voluntaria; y la segunda un caso de corrupción cuyo sospechoso es el mismo John Cardinal y cuya investigación, encubierta, la lleva su compañera.

Los protagonistas principales Billy Campbell (como John Cardinal) y Karine Vanasse (como Lise Delome) son sobrios, como demanda el argumento que para nada busca el sensacionalismo y si ceñirse a mostrar unos actos y relatar unos hechos que por sí solos ya demuestran que la violencia y la maldad no precisan de luces para mostrarse en toda su crudeza.

Las investigaciones se ven arropadas por los dramas familiares de la pareja de investigadores y por sus recelos a la hora de trabajar juntos aunque sea por motivos dispares que tenderán a confluir hacia una aclaración imprescindible para establecer su credibilidad.

Una miniserie de 6 episodios, suficientes para desarrollar una historia coherente y consecuente y para evitar dispersar la atención con episodios de relleno que fatigan y no enriquecen. Suficientes para mostrar que cuando se parte de un buen texto, muy malo se ha de ser para estropear el previsible resultado.

Una serie que no da tregua ya que tanto la investigación de los asesinatos como la de la trama de corrupción consigue que no haya respiro para el espectador. Si a eso le sumamos un guión de tensión bien dosificada y que trata a los televidentes como personas adultas e inteligentes no se puede por menos que certificar que se está ante un producto bien hecho y de calidad.

La serie es una adaptación de la novela “Cuarenta formas de decir dolor” (Forty Words for Sorrow) del escritor canadiense Giles Blunt, y que debería estar disponible en librerías.

Habrá segunda y tercera temporada, en la 2ª se adaptará Black Fly Season (tercera novela de la serie de John Cardinal) y en la 3ª “By the time you read this” y “Crime Machine” (cuarta y quinta de la serie respectivamente).