Hay oficios de los que nunca te jubilas. |
¿Pesa igual un gramo de
odio que un gramo de amor? Para Jon Ayaramandi no, decididamente no: llevar un
gramo de odio encima es como cargar una tonelada de peso a sus 68 años de edad,
en cambio un gramo de amor le hace levitar como si tuviera veinte años y
estuviera en gravedad lunar .
Pero aparte del peso, compaginar
simultáneamente un gramo de odio y un gramo de amor, algo a lo que no está
acostumbrado, lo hace impulsivo, descuidado y vulnerable. Algo a lo que no está
acostumbrado.
Jon Ayaramandi era un frío
y meticuloso asesino que vive su retiro voluntario de la profesión en una pequeña
localidad costera del País Vasco francés.
Su única pretensión, como cualquier otro
jubilado es pescar, beber, escuchar música, tomar el sol, enfin encadenar tantos ratos de ocio placentero como sea posible para
conseguir lo más parecido a un estado de permanente felicidad.
Ha sido bueno en lo suyo
y nada puede relacionarlo con la treintena de muertes limpias que puede
acreditar de ahí que viva dispuesto a disfrutar sin temer persecución ni represalia
alguna.
Pero como el título de
aquella película de James Bond, El pasado nunca muere y cuando Jon se
topa con Burger, un antiguo compañero de oficio, en un café, debería haber
anticipado que su visita tendría relación con algún encargo y que con él, una
parte de su yo anterior iba a revivir para decidir que la jubilación no
responde a una edad sino a una condición.
Y que hay oficios de los
que no te jubilas, simplemente te mueres.
Un gramo de odio es una novela negra con una trama muy exigente y
arriesgada que sabe integrar la ironía a las situaciones más tensas,
consiguiendo un efecto agridulce cuya lectura lleva además a reflexionar sobre
temas de calado como los que se establecen en las relaciones humanas.
La novela está repleta de
referencias musicales, tal vez demasiadas, de cantantes y grupos poco conocidos
y alejados de los circuitos comerciales que supongo deben ayudar a estimular la
imaginación durante la lectura, placer que no he tenido ocasión de saborear (ni
conozco a la mayoría ni el libro tiene audio para poder compaginar).
Fratz Delplanque |
Frantz Delplanque ha concluido una novela negra distinta a las
habituales y ha tomado riesgos por lo que no encajará con facilidad.
Así, al conjunto le falta
algo para acabar de ser redondo y todo viene de evocar recuerdos del pasado, que
diluyen la tensión alcanzada; de profundizar poco en situaciones actuales, que
no permiten que la tensión suba y de tratar a los personajes secundarios de
forma demasiado ligera usándolos cuando Jon los necesita y no, como debería
ser, cuando la trama lo precisa.
Jon es ese tipo de personajes
que Clint Eastwood ha sabido interpretar tan bien en tantas ocasiones.