Hay quien intercambia su vivienda con naturalidad envidiable por quienes no lo harían y no lo harán jamás de los jamases. |
Cada vez más gente intercambia su vivienda por cortos
periodos, fines de semana, vacaciones, es una forma barata de viajar a otro
lugar y te da libertad de acción. Es como alquilar un apartamento pero sin
pagar alquiler. Pero pagar se paga: tu vivienda habitual, con toda tu ropa, tus
cosas en tus cajones, tus papeles, tus fotos, tu historia, en fin toda tu
intimidad la expones a desconocidos que no sabes cómo se van a comportar ni que
van a hacer, ni si sus actos pueden tener consecuencias.
Hay quien por su honradez, su respeto hacia lo ajeno y sus
nobles intenciones cree que los demás actuarán igual. Y puede ser que si o
puede ser que no. Esta novela es un claro exponente.
Caroline y su marido, Francis, están intentando superar lo
que empezó siendo un bache y ha acabado siendo un profundo agujero en su
relación, por eso cuando, a través de una web de intercambio, Caroline recibe
un email que le propone una casita cercana a Londres y en una zona residencial,
no duda en aceptar a fin de comprobar si su convivencia marital es algo deseado
y no solo soportado. Y se preparan para afrontar su semana decisiva.
El
intercambio es un thriller de suspense psicológico que busca
ahondar en la incomodidad de ceder tu hogar y habitar uno ajeno en un momento
donde está en juego salvar tu matrimonio, y en la complejidad de las relaciones humanas.
Y lo consigue mediante el recurso
literario de intercalar capítulos del pasado, ese en donde se inició el
derrumbe familiar, con presente, este en el que se encuentran reconciliándose
en casa ajena, para ir desmenuzando un argumento que resulta convincente.
Rebecca Fleet |
Rebecca
Fleet desarrolla con gran habilidad, potencia y de forma muy
verídica la compleja relación de una pareja en la que Francis tiene un derrumbe
que arrastra a Caroline quien se resiste a sucumbir pero a la que acaban fallando
las fuerzas en su intento de salvar a quien no quiere ser salvado.
Recelos, dudas, traición, todo converge y se sucede casi
sin remedio. La autora describe los sentimientos contradictorios que afronta
Caroline y su necesidad de ser considerada persona y mujer, con inquietudes y
deseos. Y es aquí donde el aspecto psicológico se luce. Se diría que la autora está
bajo la piel de la protagonista, lo que no sucede lamentablemente con el resto
de personajes.
Al resto de la trama, la que daría pie al suspense, le
cuesta aparecer, más asentarse y no acaba nunca de despegar y eso se debe a que
los giros, bien pensados, tienen corto recorrido para desarrollar todo su potencial.