Es una novela que es una película |
La novela Londres después de medianoche es la
historia de una búsqueda, donde es casi tan importante el viaje como el destino.
El proceso como el desenlace.
Una búsqueda
auspiciada por la ambición, por el afán de coleccionismo, donde los encuentros
y las ausencias a los que las pistas y los datos conducen resultan tan
estimulantes que el deseo es que se sigan sucediendo y no se acabe de buscar.
Toda la búsqueda
está envuelta de brumas del pasado con personas rodeadas de un halo
ectoplasmático que permite dudar de si son personas vivas o solo recuerdos
encarnados en cuerpos de marioneta.
El misterio
conduce la narración por recovecos de la memoria confusos y dubitativos y lo
desconocido se apropia de la eventual realidad que supone el tiempo presente sumido
en su máximo dramatismo.
El tiempo es el
enemigo. El tiempo que destruye los materiales perecederos, ya sean substancias
químicas por contacto con agentes incompatibles o células cerebrales
acorraladas por asesinos invisibles y eliminadas una a una con el Alzheimer
como arma.
A McKenzie, un exagente
del FBI, le encargan la misión de recuperar una copia del film Londres
después de medianoche.
Fotograma del film London after midnight |
Una película real
de cine mudo London after midnight (en España se tituló La casa del horror protagonizada por el mito Lon Chaney
y dirigida por Tod Browning en 1927.
Algo
aparentemente posible si no fuera porqué podría no existir ninguna, a tenor de
los datos disponibles fruto de otras investigaciones anteriores que no dieron
frutos.
Londres después
de medianoche arrastra además la leyenda de ser un film maldito y aquellos que
se le acercan sufren sus consecuencias. Cuando se busca una película, la
atmósfera cinematográfica puede impregnar de tal modo que se corre el riesgo de
confundir la realidad con un rodaje.
Forrest J. Ackermna y su casa museo |
Forrest J. Ackerman es quien está detrás de la búsqueda, un Ackerman, cinéfilo y
coleccionista, que efectúa un cameo de su verdadero yo (1916-2008), preciso y
sentido, y que en las postrimerías de su vida necesita visionar el film como el
coleccionista que necesita pegar el último cromo en el álbum.
Para completar la
colección. Para justificar toda una vida.
La evolución
lineal de la trama se rompe en determinados momentos en los que gira sobre si
misma, como una peonza, frenando el avance, abriendo posibles subtramas a las
que no da continuidad, sobre reflexiones y recuerdos de McKenzie, como cuando
su familia, el asesinato de Kennedy, su anterior cargo en el FBI…
Y termina de
romper su ortodoxo procedimiento de investigación policial, hacia la mitad más
o menos de la obra, para que desde pasajes de razonamiento frío y lógico de la
realidad se acceda a otros llenos de emotividad visceral de una ficción casi
lisérgica.
Tal como es a
veces la vida, pero tan poco habitual como alternar bocado de carne con otro de
pescado.
Augusto Cruz García-Mora |
Augusto Cruz
García-Mora ha demostrado ambición y desparpajo para armar esta novela. Mezcla
de novela policíaca y delirio cinematográfico. Con toques de aventura y
salpimentada de fantasía onírica.
Resulta una
lectura curiosa. Tal vez los amantes del cine mudo encuentren en sus páginas
cierta complicidad emotiva y por ello la valoren más y mejor. Tal vez
encuentren un objeto para su colección.