viernes, 21 de noviembre de 2014

Mr. Mercedes de Stephen King

Cubierta animada de Mr Mercedes
¿Quién puede resistirse a ella?
En Mr. Mercedes, su autor Stephen King, como no podía ser de otra manera, se mantiene fiel a sus principios narrativos maniqueístas del bien y del mal.

Esta primera incursión en el género de novela negra del autor de los más renombrados best sellers de terror contiene sus tics de redacción, del uso del lenguaje, la efectividad de sus diálogos y su capacidad para generar tensión y atrapar al lector en un page turner de resolutiva factura.

Un loco, un asesino, lanza un potente Mercedes SL 500, la Dama Gris, contra una serpenteante hilera de hombres, mujeres y niños demandantes de empleo. El resultado es de ocho muertos y varios heridos y concluye con la fuga del conductor del que la policía solo encuentra en el asiento una máscara de payaso con la que se cubría el rostro.

En una escena que parece emular las violentas, injustificadas y amorales salidas de tono del game Grand Theft Auto.

La máscara de payaso es una evidencia más de que Stephen King escribe la obra. Como lo es también que el conductor asesino conduzca en uno de sus dos trabajos un camión de venta de helados. Espeluznar con lo cotidiano. Recrear el mal bajo un entorno familiar e inofensivo. Maestro King y su humor macabro en plena forma.

Sillón La-Z-Boy
G. William Bill Hodges, inspector de policía retirado, al que la idea del suicido ronda por su mente desde su jubilación, que está acoplando unos kilos de más retrepado en su sillón La-Z-Boy comiendo precocinados y tragando reality shows representa al bien.

Y Brady Hartsfield empleado modelo, por las mañanas de una tienda de accesorios electrónicos y reparación de ordenadores y por las tardes vendedor ambulante en un camión de helados,  autor de la matanza en la cola de empleo, representa al mal.

Y Bajo el paraguas azul se produce su encuentro.

El Asesino del Mercedes es Brady Hartsfield. Ya sabemos quien, que, porqué, como y cuando. No hay misterio policiaco. Sabemos donde vive, con quien y a que se dedica.

Lo sabemos desde el principio. El autor así lo ha dispuesto para que sintamos la impotencia de ser espectadores de lo que suponemos o incluso sabemos que pasará.

Lo sabemos casi todo. Pero Bill Hodges no lo sabe. Y precisa investigar y seguir un método evolutivo y dar algunos palos de ciego para llegar a donde los lectores ya estamos aguardando. Desesperados.

Stephen King proyecta en los lectores su habilidad para crear tensión: no hay nada peor que sabiendo quien es el asesino no podamos gritárselo a Hodges. No podamos avisarlo cuando se acerca al peligro no podamos advertirlo de que no haga eso o aquello y de que vigile a ese o aquel.

Stephen King
Por mucho que nos desgañitemos, nuestros gritos solo los oímos nosotros. Y por mucho que queramos cambiar el destino, la suerte está echada puesto que el libro ha sido escrito en su totalidad antes de llegar a nuestras manos. El final, sea cual sea, es inapelable.

Y con eso juega el autor: con brindarnos la posibilidad de ser sufridores en silencio; espectadores del horror criminal sin voz ni voto. Habilidoso estilo narrativo que mantiene el libro pegado ante los ojos y el deseo ahogado de que Hodges no sucumba ante su Némesis.

El juego del gato y el ratón llevado al extremo de que en la caza también participan involuntariamente otras personas, potenciales víctimas sin saberlo ni quererlo.

Lo que da más verosimilitud a la trama es que no estamos ante un súper cerebro del mal; estamos ante una persona normal con delirios paranoides fruto de una infancia trágica y de una relación que tiende a lo incestuoso con su madre alcohólica. Tanto es así que comete errores, graves macabros e irónicos errores, que explota de ira, que planifica y borra para volver a empezar.

Stephen King ha perpetrado un caso policial con un guión convincente cercano al thriller al que no le falta su toque de horror, todo cotidiano y para nada sobrenatural, marca de la casa. Y aunque no está en su ambiente, utiliza algunos tópicos evitables, no afecta al ritmo ni interés de la trepidante trama.

Y luego está el final. Ese final. Ese final es un crimen exquisito.

Mr. Mercedes es la primera novela de una trilogía cuya continuación tiene su salida prevista en el primer semestre de 2015.

martes, 18 de noviembre de 2014

Los amantes de Hiroshima de Toni Hill

En esta novela el autor Toni Hill cierra de forma inapelable la trilogía que iniciara con El verano de los juguetes muertos y continuara con Los buenos suicidas.

Y lo hace porqué a Héctor Salgado le debía no alargar más el enigma sobre el paradero de Ruth Valldaura, su ex mujer y madre de su hijo Guillermo. Y lo hace porqué hay que rendir cuentas y porqué sus protagonistas merecen conocer la verdad. Sus sueños no merecen ser pesadillas.

Dos tramas se mueven paralelas en esta Los amantes de Hiroshima, y también se entrecruzan para avanzar a trompicones pero de forma inexorable hacia un final que sorprende por su giro bien concebido para causar esta emoción.

Estamos en Barcelona, en 2011, en plena insurgencia civil, cuando los indignados toman las plazas y con sus acampadas, sus asambleas y sus reivindicaciones solidarias le dan un vuelco a la Historia y una patada a los estamentos políticos asentados; un momento donde enraizan unas ideas que están empezando ya a dar sus frutos.

Como enraizó una historia entre un grupo de amigos, siete años antes y de la que en este miércoles 11 de mayo de 2011 se recogen sus frutos. Unos amargos frutos.

Al inspector Héctor Salgado y su equipo formado por Leire Castro y Roger Fort les cae la investigación sobre la muerte de dos cuerpos jovenes. De los cuerpos de una pareja cuyo pecado, parece que, fue amarse.

Unos cuerpos que aparecen calcinados y con evidentes signos de enorme violencia en una casa okupa abandonada cerca del aeropuerto de Barcelona.

Unas elocuentes pinturas colgadas en las destartaladas paredes conforman a modo de bastidor una macabra puesta en escena.

Hiroshima después de la visita de Little Boy
Y una narración corta, incluida en la novela, Los amantes de Hiroshima, de una sensibilidad muy especial tiene en sus párrafos signos inequivocos de transmitir unas emociones capaces de traspasar prejuicios y tabúes.

Y la investigación precisa tirar de archivo y remontarse a siete años atrás, siete exactamente, cuando en Barcelona el Forum de las Culturas causaba curiosidad mundial, para encontrar el camino a seguir que conduzca hasta este aciago presente.

Bastante más que el espacio tiempo, solo seis meses, que media entre la desaparición de Ruth Valldaura y este 2011.

Presente, pasado y pretérito enlazados en un viaje hacia atrás en el tiempo punteado por flash backs que delimitan la cuadricula por donde se mueven los protagonistas y los policías para resolver ambos misterios.

En esta tercera novela hay flash backs dentro de retro flash blacks, necesarios porque todo viene del pasado y enlentecedores en la dinámica de la trama como para producir el efecto de tirar de memoria.

Al autor le ha costado bastantes páginas resolver ambos casos; como si le costara renunciar a ello, com si le doliera.

La trilogía, por lo que se refiere a la subtrama, subyacente pero importante. de Ruth Valldaura, y cuyo desenlace se merecía más elaboración y más páginas, se ha acabado.

Pero este fin, a buen seguro, es un nuevo principio.

La novela presenta una cubierta tan impropia de su valía como pasara con las dos anteriores, eso si, hay que reconocer que siguen la misma línea de diseño ;-)

Recuerden aquí las reseñas de las dos anteriores novelas de esta trilogía:






viernes, 14 de noviembre de 2014

Tyler Cross: Río Bravo de Fabien Nury y Brüno

Cubierta Tyler Cross: Río Bravo
Estamos ante un cómic de factura impecable y con una economía de líneas y de diálogos que potencia el ritmo tenso de una lectura secuestrada. Imparable desde el principio al final.

Estamos ante un argumento de novela negra que discurre dentro del oeste americano. Estamos ante un western que discurre dentro de una novela negra.

A Black Rock, pequeña localidad de Texas, sobre 1950, llega Tyler Cross. Un gángster que habiendo aceptado un encargo que, por aquello del destino, se ha torcido de forma desdichada e inesperada y lo ha conducido a ese pueblucho. Del que desconocía que existiera.

En Black Rock le espera el caciquismo y el nepotismo.

De rostro hierático y anguloso con labios finos (apenas dos líneas delgadas), solo sonreiría ante la picadura de una cascabel y por el grotesco modo que supondría recibir así la muerte, Tyler Cross es un duro. Práctico, muy poco sociable, muy poco emotivo, frío y austero. Un duro.

Tyler Cross Río Bravo pág. 18
Y aunque herido y apaleado nunca hay que darlo por vencido; siempre emergerá de él el instinto de supervivencia que identifica a esos seres condenados a ser eternamente infelices y aprender a disfrutar con ello.

La historia de este primer tomo Tyler Cross: Río Bravo arranca con un flash back guiño a Supergolpe en Manhattan el film de Sidney Lumet y en apenas quince páginas de las noventa y dos que contiene, ya ha situado al lector exactamente en el punto que quería. Le ha mostrado el caramelo y ya no hay marcha atrás.

El guión de Fabien Nury es de estructura clásica en lo que se refiere a la tipología de maldad, no maldad y bondad pero sorprende a cada momento y muestra una economía admirable ¿cómo se puede decir tanto con tan poco?, los diálogos más cortantes que una cuchilla acuden en el momento preciso. Solo los justos y necesarios. No hay verborrea, lo que facilita el lucimiento del dibujante, y prácticamente no hay voz en off, solo la indispensable.

El dibujo de Brüno es especial, muy suyo, gran conocedor de los recursos técnicos realiza un trazo preciso y muy pulido que puede parecer simple pero que los conocedores saben que no lo es. No abunda en detalles pero curiosamente no se echan en falta, rellena las viñetas con lo que deben de tener para conectar con la historia; lo que no cuente nada, no sirve y por tanto no se dibuja.

Y Laurence Croix colorea iluminando; empleando solo colores planos, persiguiendo y consiguiendo el mismo efecto contrastado que si el tratamiento hubiese sido en blanco y negro, ya que no emplea el color para ilustrar sino para resaltar contrastes de ambientes, momentos y sentimientos.

El argumento rememora la desdicha de los perdedores, tan habitual del género, cuando se enfundan en el traje de vengadores para convertirse, sin querer, en héroes y narra una historia tan viva y trepidante que obliga a releerlo ya que con el frenesí de devorarlo es más que sabido que se nos han quedado detalles por el camino.

Un pulp con todos los tics. Un clásico con tratamiento moderno. Una aventura llena de polvo, sangre, sudor, lágrimas y meados. Disparos y explosiones. Astucia, arrojo y venganza.

Tyler Cross Río Bravo, viñetas pág. 13: un funeral de muerte

Esplendido y rendido homenaje a grandes clásicos del cine negro y del western a partes iguales, como se encargan de reconocer los autores en el apéndice glosario ‘Juego de referencias’ al final del volumen, consigue sin embargo no ser copia de nadie ni parodia de ninguno. Todo lo contrario: configura una identidad tan propia que se diría, si no fuera anacrónico, que han sido los otros quienes han encontrado en él su inspiración.

Referencias a Sergio Leone y Clint Eastwood, a Sidney Lumet, a Bogart... a tantos que los autores dedican dos páginas a referenciarlos con mención expresa de las viñetas donde se pueden ver.

Meritorio trabajo es cuando se consigue el reconocimiento unánime de todo el mundo comiquero. Y para los que siguen los premios recordarles que esta obra, entre otros, acumula el BDGEst’ Arts 2013 y el BD Le Point 2013. Muy indicativo.

Y meritoria edición de Dibbuks. En cartoné, páginas de calidad, y con bonus tracks como bocetos, viñetas alternativas, viñetas suprimidas, y homenajes de otros autores.

Esta es la primera. Que vengan más, por favor, y pronto. No sean reacios a su lectura ahora que saben lo que se perderían.

Inevitable rememorar a Parker en este mismo blog.

Post scriptum:
el segundo tomo de la serie titulado Angola reseñado aquí


lunes, 10 de noviembre de 2014

Pan, educación y libertad de Petros Márkaris

Pan, educación y libertad es la novela con la que Petros Márkaris completa la llamada trilogía de la crisis y que empezara con ‘Con el agua al cuello’ y siguiera con ‘Liquidación final’.

Una trilogía que pretende identificar cada uno de los pilares sobre los que se ha construido la crisis: en la primera se aludía a los bancos y su rescate, en la segunda la evasión fiscal y la exención de pago de los poderosos, y en esta tercera la política y sus corruptos representantes.

El nexo de unión lineal de las tres novelas es la quiebra económica de Grecia en esa crisis que aún no ha desaparecido de nuestras vidas, aunque unos países lo disimulen mejor que otros. Que ha deteriorado lo cotidiano (como ir en coche algo que para el comisario Kostas Jaritos se ha convertido en un lujo asiático o como comprar comida algo para lo que su esposa Adrianí demuestra aptitud especial).

Una crisis a la que, con el paso del tiempo, se le va viendo el plumero de lo artificial y que responde a intereses de altos vuelos y en idéntica medida a una corrupción de desmesurada ambición.

La crisis se sobrelleva mejor si las lagrimas se enjuagan con billetes de quinientos euros, de ahí que haya quien ha dedicado el tiempo de su cargo político a acumularlos para cuando sobrevinieran los momentos trágicos usarlos como pañuelo.

Una crisis que precisó de un rescate de la todopoderosa troika que pretendía, y pretende, mantener la Unión Europea y por extensión al euro a flote al precio que fuera, aunque para ello tuviera que arrastrar por el fango de la desesperación a las economías tradicionalmente más débiles de esa Europa que va en la misma dirección pero con innumerables velocidades distintas.

En esta novela de clausura solo se clausura la denuncia de la impotencia y de la rabia ya que la crisis continúa. Y se fabula sobre un avance ideológico de ultraderecha extrema que encuentra en la desesperación de una población, empobrecida incluso en sus sentimientos, oyentes interesados en cualquier cosa que suene a mejora.

En toda la trilogía en general la resolución del caso criminal queda prácticamente eclipsado por el contexto social en el que se está desarrollando la trama.

En esta serie de novelas el continente sociológico tiene más trascendencia que el contenido policial.

Los sufrimientos de los individuos quedan por debajo del concepto de sufrimiento familiar que es el que da la unión, la cohesión suficiente para que el sistema no se hunda del todo y aún flote y permita un atisbo de esperanza.

A pesar de que los intereses que haya que pagar sean tan altos que la vista no alcanza a vislumbrar.

Petros Márkaris, que siempre ha tenido presente en sus obras el componente político y social donde articular el argumento policial, en estas tres últimas se ha superado en un compendio histórico que articula la novela negra como claro vehículo de denuncia de un momento social terriblemente negro.

La novela negra contiene esa parte de la Historia que la Historia oficial no cuenta. La novela negra griega actual explica como el país está como está y para ello tiene que remontarse al pasado, reciente, cuando el golpe de los coroneles y si lo viste de novela es porqué siempre interesa más que un tratado académico; porqué la ficción interesa más que la realidad.

Aunque la realidad ha de figurar y de forma contrastable para darle a la ficción precisamente visos reales.

Recuérden las reseñas de las dos primeras novelas sin salir del blog:

1. Trilogía de la crisis:  Con el agua al cuello
2. Trilogía de la crisis:  Liquidación final

Y recuérden también la novela Muerte en Estambul (con la receta de la Tirópita, la empanada de queso trágicamente famosa de María Jambu)

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Elementary 2a temporada

La serie de televisión Elementary sigue jugando a reinventar a Sherlock Homes. Destruye los tópicos holmesianos por excelencia para reconstruirlos con nuevos criterios.

De todas las versiones en pantalla del mito Sherlock Holmes es, sin duda, la más iconoclasta.

Por si no hubiera sido suficiente en la primera temporada ubicar la serie en tiempo actual y a Sherlock en New York en lugar de Londres, cambiar el sexo y la etnia de Watson y sorprendernos con la identidad de Moriarty, en esta segunda temporada nos presenta la verdadera personalidad de Lestrade, quien fuera su brazo oficial en Scotland Yard, conocemos más detalles de la vida de Moriarty y nos seduce con un Mycroft Holmes, el hermanísimo, de oficio inesperado y enigmáticas y peligrosas relaciones comerciales. Aderezado con unos episodios donde las relaciones sexuales de Sherlock y de Watson aportan aún más excentricismo a la serie.

La época victoriana de remilgadas maneras ha cedido al empuje de la época contemporánea pero Sherlock Holmes (interpretado por Johnny Lee Miller) mantiene impertérrito todas sus habilidades de genio y todas sus debilidades de humano; como Joan Watson (Lucy Liu) demuestra las suyas médicas y su tolerancia y su empatía.

Por todo ello Elementary sigue siendo una serie muy apetitosa e interesante y sobre todo distinta a la oferta habitual de series de procedimiento policial .

Una serie donde los guionistas trabajan duro para reinventar a Sherlock, Watson, Mycroft y todo su universo, con sus relaciones y vivencias de modo que la esencia siga siendo perfectamente reconocible para no perder el origen, pero sin despejar para nada el destino.

Fascinan las actitudes y comportamientos del detective, imprevistos y sorpresivos como cuando Sherlock arrastra a Watson hasta los calabozos de la policía un viernes por la noche, especialmente llenos, para que ésta pueda estudiar en vivo a los más variados especímenes humanos que los ocupan. Desde el padre de familia intachable detenido por haberse saltado un semáforo y dar positivo en la tasa de alcohol, al herido con la cabeza abierta que no recuerda como ha llegado allí hasta el ladrón de bolsos con rostro indiferente por ser asiduo a ese lugar y sin la angustia del nuevo que no sabe lo que le espera.

Inquietante retrato de Watson, no por la pintura en sí, sino
por quien la ha pintado y la intención con la que lo ha hecho.

Las habilidades deductivas de Sherlock siguen siendo el eje por el que se mueve la investigación de cada caso que siguen siendo auto conclusivos por capítulo si bien en esta temporada hay varios arcos argumentales cuyo desarrollo y desenlace ocupan más de un episodio.

El carisma del detective brilla por encima de cualquier trama y no solo por su capacidad investigadora sino por su fuerza para superar su adicción y sus miedos e inseguridades, algunas aparecidas a raíz de la presencia de su hermano.

Y a medida que avanzan los episodios vamos conociendo más de la naturaleza humana de cada uno de los protagonistas, no solo de los dos socios detectives sino también de sus compañeros policías lo que reafirma el aspecto psicológico de los casos a los que se enfrentan.

Igual que las grandes óperas y obras teatrales son reinterpretadas constantemente, adaptándolas a tiempos y lugares que nada tienen que ver con el libreto original, el personaje que creara Sir Arthur Conan Doyle ostenta también este honor y la adaptación que de él se muestra en Elementary es del todo meritoria y loable.

No deberían perdérsela.


sábado, 1 de noviembre de 2014

El misterio de Pont-Aven de Jean-Luc Bannalec

Pont-Aven es una población de la Bretaña en el departamento de Finisterre que toma el nombre del río Aven que la atraviesa justo antes de su estuario y desembocadura en el Océano Atlántico.

Famoso lugar desde que a finales del siglo XIX se convirtiese en lugar de creación píctorica de una notable colonia de artistas algunos muy famosos.

Un lugar lleno de belleza, historia y creatividad. Idílico para pasar unas vacaciones o para despedirse de la vida.

Y eso es lo que sucede: alguien ha decidido que el propietario del reconocidísimo Hotel Central, Pierre-Louis Pennec, ya ha vivido bastante y lo asesina sin importarle que el mes de julio es el inicio de la temporada alta de turistas y que el hotel está a tope de reservas.

Georges Dupin es el comisario de policía de Concarneau (Konk-Kerne en lengua bretona), conocida como la ciudad azul y reputado puerto atunero de Europa.

Y por proximidad geográfica con Pont-Aven es el encargado de la investigación de ese asesinato al que el autor titula El misterio de Pont-Aven.

Dupin es un parisino al que sus jefes han destinado a provincias por disparidad de criterios y aunque ya lleva casi tres años instalado entre bretones tiene claro que siempre será un forastero y que incluso sus hijos, si los tuviera, y también nietos, mantendrían idéntica consideración. Así de díficil es ser adoptado.

L'Amiral donde Dupin
come entrecot
Es un comisario cafetero donde los haya y sin más vicios ni rarezas que su desconfianza a navegar y su predilección por el entrecot que le preparan en L'Amiral, ese ambiente del siglo XIX que alguna vez pisó también el comisario Maigret, y que con tanta dedicación atiende el matrimonio Philippe (en la cocina) y Lily Basset (en la sala).

Dupin actúa sobre el terreno, el despacho no es su lugar, investiga sobre la marcha, interrogando, razonando y yendo de un lugar a otro paseando y hace uso del móvil (que debe tener una batería de nave espacial) como el mito Holmes lo hiciera de la lupa.

Las llamadas tienen a su equipo como principales destinatarios: el inspector Labat, estirado y con interés por quedar bien con los mandos superiores pero entregado y concienzudo; el inspector Le Ben y sobre todo Nolwenn, eficaz secretaria sesentañera y amable mentora y guía de Dupin, y por extensión de todos los lectores, en su introducción en este nuevo y apasionante mundo que es la Bretaña.

Conduce un viejo Citroën que no quiere reemplazar, bebe vino con moderación y disfruta enormemente con las rillettes, preferiblemente las de vieiras (por raro que resulte) y con las infusiones de muérdago (por extraño que parezca); no en balde estamos en tierras donde los romanos nada podían al enfrentarse a pociones mágicas de barbudos druidas.

'La visión del sermón' obra de Paul Gauguin
La escuela pictórica de Pont-Aven generó una corriente que tuvo a Paul Gauguin como exponente más reconocido y al cuadro 'La visión trás el sermón' (Jacob luchando contra el ángel) como pieza relevante; un oleo sobre tela de 72x91cm que actualmente se encuentra en la Galería Nacional de Escocia en Edimburgo.

Jean-Luc Bannalec es el seudónimo de un escritor alemán (también traductor, crítico literario y editor de verdadero nombre Jörg Bong) que ama la Bretaña y lo demuestra con el cariño con el emplea para describir su historia y sus reivindicaciones independentistas, sus lugares y paisajes, leyendas, fiestas y festivales, refranes y gentes y sobre todo su carácter: vivir en donde empieza el mundo, y no donde acaba, como bautizaron los romanos la zona llamándola Finisterre, confiere un carácter optimista y luchador.

Este autor ha conseguido traspasar la ficción y fabular dentro de la cotidianeidad con un equipo policial de personas normales en situaciones normales. Como nosotros. Y por eso hay que seguirlo porqué su ficción es de estar por casa; y eso que dicho así suena fácil es algo muy dificil de conseguir.

miércoles, 29 de octubre de 2014

El ladrón en el armario de Lawrence Block

Bernard Bernie Rhodenbarr es ese ladrón de guante blanco que no acepta encargos, el último le trajo suficientes quebraderos de cabeza como para no olvidar su máxima, pero también es un hombre y de ahí que tropiece dos veces, como mínimo, con la misma piedra.

En esta ocasión el encargo lo deja con la boca abierta: robar unas joyas valiosísimas en casa de Crystal Sheldrake. De hecho la boca la tenía abierta desde antes de oír la propuesta ya que su dentista, que es quien le hace la propuesta, está trabajando en ella: en la boca.

A Bernie le puede una vez más el morbo y la descarga de adrenalina que conlleva el que no haya cerradura que se le resista y de nuevo entra en casa ajena para cumplir el encargo que le garantiza como pago quedarse con el botín integro y una vez más el azar se alía con el infortunio y le prepara a Bernie una trampa pegajosa, como tela de araña, en la que se ha metido él solito y no va a tener fácil librarse.

Esta segunda novela, El ladrón en el armario, desarrolla una trama de similar planteamiento con la anterior y primera de la serie: Los ladrones no pueden elegir, que hace que el acercamiento a la lectura sea reticente por temor a clichés que de hecho se repiten subrepticiamente con la participación del policía Kay, la referencia a la colección de monedas y la destacada colaboración de una atractiva joven que además de buena samaritana es capaz de satisfacer otro tipo de necesidades.

Pero la reticencia pronto se vuelve complicidad al entender que estamos ante un esqueleto argumental que busca precisamente establecer una melodía principal perfectamente reconocible para el lector.

Manteniendo la vivienda habitual en la Avenida Setenta y Tres con la West End y teniendo como ejemplar vecina a la señora Hersch, una anciana capaz de comprender con rapidez y preparar el mejor café de la ciudad, la trama se desarrolla con interesante sencillez.

El ladrón en el armario
Al hilo del título de la tercera El ladrón que citaba a Kipling, es un hecho innegable que los títulos de esta serie de novelas protagonizadas por Bernie Rhodenbarr ya demuestran el sentido del humor de su creador Lawrence Block.

Humor que trasciende el título y sigue presente en toda la trama, ya que la novela trata los robos, los chantajes y los asesinatos como puro divertimento intrascendente sin profundizar para nada en los temas sociales, morales y escabrosos de la novela negra.

Si acaso se permite, en su fina ironía, una sutil crítica a la clase bien estante neoyorkina al mostrar lo superficial de sus problemas y de sus inquietudes inmersos en sus burbujas llenas de veleidades.

Una variante del whudunit ortodoxo que resulta muy atractiva.

Recuerden aquí la reseña de Los ladrones no pueden elegir primera novela de esta serie.

viernes, 24 de octubre de 2014

Broadchurch, la serie de TV

Acantilado mortal en Broadchurch
Broadchurch, pequeña e imaginaria localidad costera del condado inglés de Dorset, situada al sur oeste de la isla, ofrece a la costa francesa, que tiene enfrente, poderosos acantilados cortados en ángulo recto. Peligrosos abismos desde los que una caída resulta mortal.

Y es al pie de uno de ellos, sobre la arena de la playa, donde se encuentra el cuerpo de Danny Latimer, un pequeño de 11 años. El cuerpo muerto de un niño que aún no había empezado a vivir. ¿Accidente o asesinato? y si es asesinato ¿Quién puede matar a un niño?

Alec Hardy (actor David Tennant) es el detective recién llegado a Broadchurch que se hace cargo de la investigación junto a Ellie Miller (actriz Oliva Colman), la detective a la que ha robado el puesto al que aspiraba.

La química entre ambos es soberbia, pasa por toda la gama de relaciones posibles, y los distintos puntos profesionales de vista enriquecen el ritmo narrativo. Sus chispas mantienen el fuego de la trama que enciende la serie.

Él, forastero y desconfiando de todos ante la conocida capacidad humana de hacer el mal; ella, residente y conocedora de todos los habitantes, humanamente preocupada por el resquebrajamiento de las relaciones entre los vecinos.

Danny Latimer en la cornisa del acantilado
Ambos con el claro objetivo de encontrar al culpable cuanto antes, por el bien de la familia y de la comunidad. Por poder enterrar a Danny en paz.

A lo largo de la investigación, que dura meses aunque no haya referencia explícita sobre el paso del calendario, las debilidades de los residentes, sus miedos, sus frustraciones, sus historias pasadas, van punteando momentos de la historia, añadiendo y despejando desavenencias e interrogantes igual que emergen rocas puntiagudas en el mar cuando baja la marea y vuelven a desaparecer en horas.

La filmación y la fotografía de la serie se soporta en planos largos, generando una calma ficticia; buscando un sosiego que no puede hallarse en ninguna parte.

La clara intención de que no solo veamos lo que sucede sino que lo sintamos como lo hacen los protagonistas, se alcanza plenamente provocando la misma sensación de desconcierto por lo sucedido y desesperación por no haberlo podido evitar.

El ojo de la cámara se recrea en los primeros planos mostrando rostros tan inexpresivos como objetos y realza con travellings los paisajes urbanos, rurales y del mar que ofrecen mayor elocuencia que los comportamientos de las personas.

Y con gran habilidad, realza a cámara lenta las escenas de movimiento rápido haciendolas bailar con una música cadenciosa, angulosa y lánguida para explicar que el tiempo fluye a su ritmo por mucho que hagamos para que pase más rápido.

No hay posibilidad de superar el dolor. Si acaso de convivir con él. De aprender a conocerlo y pactar para que añada el mínimo daño posible a la lacerante herida que nunca ha de cicatrizar.

La serie Broadchurch acaba calando hondo; muy hondo. El pesar por la muerte de un hijo solo lo pueden entender quienes lo hayan pasado, pero la serie consigue acercar muchísimo esa sensación al resto de los espectadores. Con respeto, con delicadeza, con amor. Sin hurgar en el sensacionalismo.

Una serie criminal con el enfoque televisivo más cercano a la lectura de una novela que hoy se pueda encontrar. Un caso whudunit a la inglesa.

Donde cada espectador dispone de información suficiente para ir alimentando sospechas y atreverse a apostar por alguno de los múltiples sospechosos.

Resulta extremadamente tentador jugar a detectives en casa como para no elegir culpable.

Un whudunit que evidencia que alguien de la serie no es tan inocente como hace creer.

La opresión a medida que avanzan los episodios va sometiendo a los habitantes del pueblo y a los espectadores a una sensación de ahogo, a una sensación de claustrofobia que necesita rasgar el cielo para que entre el aire.

Y al acabar los 8 capítulos, un final especialmente sorpresivo, por inesperado, y absolutamente desgarrador por lo que supone a nivel de convivencia y traición.

Serie premiada con tres BAFTA y rodada integramente en escenarios naturales en el mismo perídod, julio, que transcurre la seire y a merced de los cambios de tiempo y de temperaturas buscando el máximo realismo en las actuaciones de los protagonistas.

Mientras se trabaja ya en la segunda temporada de Broadchurch, en EEUU se ha estrenado ya un remake con el título de Gracepoint con actores que repiten papel.

Post scriptum: parecería que en esta serie estaba todo dicho pero se ha hecho una segunda temporada reseñada aquí

lunes, 20 de octubre de 2014

El rey de los juegos de Marco Malvaldi

El rey de los juegos es la tercera novela de la serie del BarLume, firmada por Marco Malvaldi, en el marítimo, vacacional e imaginario pueblo de Pineta en la costa de Livorno italiano, y que tiene a Massimo Viviani, el dueño; Tiziana Guazzelli, la joven y bella empleada; y los cuatro abueletes clientes habituales: Ampelio, Aldo, Del Tacca y Rimediotti como protagonistas.

El bar vuelve a ejercer de despacho de investigador privado y lugar donde formular las hipótesis, realizar las pesquisas y elaborar la teoría definitiva para la resolución de un caso que se inicia con un accidente y concluye con un asesinato.

Unas elecciones políticas son algo parecido a la prueba del algodón: los candidatos no solo deben parecer libres de cualquier sospecha sinó que además han de ser inocentes de los malintencionados cargos que se les imputen, ya sean probados o imaginados.

Y no todos pasan la prueba. Y luego pasa lo que pasa.

La trivialidad del argumento criminal de este tercer caso de investigación policial con epicentro en el BarLume refuerza la deriva que tomó la serie en la segunda novela más encaminada a la comedia costumbrista de pequeña población que a la trama policial.

Pero si podía resultar negativo acaba siendo fresco. Y si el lector se acerca a la serie sabiendo en que tipo de bar se mete, no tiene porque quejarse.

Y sea porqué este blog lo pidió al reseñar la primera novela (falsa modestia), sea por decisión del autor, o por consecuencia lógica de la evolución de los protagonistas, hay que agradecer que en ésta, El rey de los juegos, los verdaderos artífices de la investigación e impescindibles sustentadores de la trama sean los cuatro vejetes que en esta ocasión han cambiado sus partidas de cartas por emocionantes partidas de billar (como bien refleja la cubierta; las tres de las cuales muy elocuentes, coloristas y acertadas).

Y aún y así no se aprovecha al máximo las posibilidades de cuatro voces tan distintas entre si y tan ricas en matices y experiencias vividas.

En esta ocasión sus atinadas observaciones sobre los hechos y su afilada lengua sobre los chismes acaban configurando la práctica solución del caso.

También la guapa Tiziana tiene su momento de gloria en la investigación y sus minutos de gloria y de protagonismo particular por una decisión privada.

Marco Malvaldi construye una vez más una novela que entretiene y favorece la sonrisa pero su encorsetamiento localista no le da para seguir inventando asesinatos por lo que o acaba la serie aquí o tendrá que abrir miras para poder mantenerse.

Si no han leído las anteriores y quieren recordar sus reseñas, aquí las tienen, novela vacacional para leer al fresco:





sábado, 18 de octubre de 2014

Lady Killer de Masako Togawa

La novela negra japonesa, no nos cansamos de decirlo, es de otra negrura. Distinta y atrayente como un abismo sin fondo. Requiere otro modo de afrontar la lectura, más pausado y despierto a otras sensaciones. Otras emociones.

De planteamiento simple y cotidiano por lo general, se lee con la naturalidad de lo que, por ser cercano, nos resulta próximo. Y guarda para el sabor final el giro ingenioso y sorpresivo.

Lady Killer es la historia de una venganza. Una venganza abordada cuidadosamente para infringir daño de la forma que pueda dar más sufrimiento al que lo padece; el daño no entendido racionalmente. El daño  sumado al desconocimiento del quien y sobre todo del porqué.

Es una tortura refinada y pensada hasta el mínimo detalle para dar placer a quien la practica. Un placer reposado y sensual. Pensada para proporcionar miedo e impotencia resolutiva a quien la sufre. Un castigo anónimo.

Lady Killer es la historia de una venganza. Un complot urdido para desarmar los mecanismos equilibrantes del comportamiento, para desquiciar a la víctima. Un maquiavélico plan de fuerte componente psicológico y gran resentimiento próximo a la locura.

Honda es un cazador que ha desarrollado sus habilidades para ligar con mujeres solas en las noches de Tokio donde pasa la semana trabajando ya que el fin de semana transcurre en Osaka con su mujer.

Es un ligón circunstancial, inducido por unos accidentes derivados de su matrimonio. No es violento ni agresivo. No fuerza la situación, elige y espera a ser elegido. Es un maestro en el arte de la seducción.

De repente empiezan a aparecer mujeres asesinadas. Mujeres que han tenido relación con Honda. Mujeres con las que ha estado y con las que ha podido dejar rastro de su contacto.

Y éste, acuciado por los hechos, toma consciencia de que su rol de cazador, de mujeres necesitadas de afecto, puede derivar a cazado, por la policía y la opinión pública.

Masako Togawa ha confeccionado esta novela negra como si bordara una preciada ilustración sobre una seda: con delicadeza, femineidad y sensualidad.

La ha estructurado en forma de capas, con diversas voces, donde cada una aporta elementos que explican la parte de los hechos que les corresponde y enriquecen el conjunto al que van cambiando de significado con cada nueva aportación.

Aparentemente algo tan fácil como diseñar un jardín Zen. Pero tan complejo en su significado y tan rico en las sensaciones despertadas como un jardín Zen.

De Masako Togawa ya se comento la magnifica La llave maestra’.

Y hay más reseñas de novela negra japonesa en este blog pinchando aquí.

lunes, 13 de octubre de 2014

La chica que llevaba una pistola en el tanga de Nacho Cabana

Una novela actual, rápida, sorprendente y dolorosa como un gancho al hígado.

Las más que reprobables necesidades sexuales, no solo de violencia extrema no consentida sino en un nivel aún más alto de exclavitud total y anulación como persona para pasar a ser un puro objeto reemplazable, es algo que existe y está aunque no salte a la vista.

La trama de esta novela, La chica que llevaba una pistola en el tanga, es absolutamente actual y desarrolla un argumento que está vivo y culebrea entre varios lugares y varios países y avanza con tanta rapidez como desesperación.

Como lo hace la mente ambiciosa cuando ha cubierto una necesidad y ya está pensando como satisfacer otra. La ambición disfraza los medios empleados para engañar la conciencia y hacer que sus remilgos no interfieran en la consecución del objetivo.

La ambición es ambiciosa.

De ahí que una gran contradicción pueda empezar a partir de un simple viaje en taxi. A la calle Nilo, en una zona suburbial de México DF.

Nacho Cabana escribe una novela muy bien ambientada y documentada, narrada de una forma cruda y descarnada tal como es el mundo que describe y que resulta creíble en todo momento. A lo que ayuda, y de que manera, que las distintas nacionalidades hablen con su propio idioma, y esa voz localista es la que consigue ubicar la ficción en la realidad.

El autor desarrolla unos personajes que evolucionan al compás de la trama y maduran de la forma que solo la vida sabe hacer: a palos.

La novela es oscura como lo son las tramas que en ella arrancan a la vez, que aún empezando en lugares tan distantes como Madrid, México y Múrcia, las tres emes de Maldad, Misoginia y Muerte, acaban por unir sus cauces en una desembocadura donde no faltan ni pólvora ni cuerpos acribillados.

Pedro es un español que emigró a México donde hace de taxista. Está muy enamorado de su mujer Itzel y de su pequeña Olga de 12 años. Y quiere lo mejor para ellas, por eso no le importa hacer horas y horas en el carro e ir a los lugares más peligrosos a cambio de sacar el máximo de plata posible a cada jornada. Y si hay que implicarse en algún chanchullo, pues se implica.

Violeta y Carlos son dos policías que trabajan en Madrid y a quienes encargan un caso de agresión neofascista de violencia xenófoba con resultado de muerte.

Los chanchullos de Pedro, el taxista, en México y las motivaciones del ataque de los dos skinheads en Madrid acaban siendo hilos movidos por la misma mano.

Ninguno de los que salen con vida de la situación salen indemnes en su percepción. Y queda claro que salga la pistola de una sobaquera o de la tira posterior de un tanga, un disparo al plexo solar es mortal.


La chica que llevaba una pistola en el tanga ha sido premio L'H Confidencial 2014. Merecidamente, me atrevería a afirmar.