lunes, 16 de mayo de 2022

Biblioteca doméstica


Quienes amamos la lectura solemos tener libros, muchos libros, la casa atestada de libros. Libros por todas partes, incluso en los lugares más insospechados puede aparecer alguno: dentro de la nevera de pie junto a las cervezas; en el botellero entre un crianza y un reserva; en el zapatero a juego con unas botas de cuando te dio por bailar country o incluso en la chimenea alimentando un fuego. Los lanzados por la ventana no cuentan al estar fuera del hogar.

No obstante, lo más habitual es que residan con otros congéneres en muebles y estantes adecuados para su sujeción. En las casa bien estantes (ojo que viene un juego de palabras) solían destinarse habitaciones con paredes forradas de estanterías de madera con estantes (ahí está el juego de palabras) para almacenarlos y eran llamadas bibliotecas.

La facilidad a morir asesinado en ellas, moda que se impuso en los albores del siglo XX, ha ido declinando la voluntad de mantenerlas. Así han sido substituidas por estanterías con estantes, como bien se desprende de su nombre: si fuesen estanterías con cajones serían cajoneras, que aunque también sirvan para guardar libros ya se sabe que son los escondites preferidos de los gatos.

Lo habitual suele ser que los libros, estén donde estén, se ordenen mínimamente cuando no máximamente, aunque estén desordenados.

Hay quien teniendo los libros desordenados sabe perfectamente donde está cada uno. Hay quien teniéndolos ordenados duda cada vez que va en busca de un ejemplar. Cada quien, cada cual, funciona a su manera.

Yo empecé hace muchos años a ordenarlos con un sistema que ha ido variando con el tiempo, más que con el tiempo, que tanto da que haga sol o esté nublado, ha sido con los años: a mayor edad más o menos manías.

Hay quien ordena por colores. Si la estantería es ancha y alta, ver una gama cromática, que incluso podría componer un bello paisaje o un bodegón, dependiendo de la creatividad y sentido artístico de quien la instrumente, puede alegrar la vista pero la accesibilidad a un título resulta poco práctica.

También hay quien lo hace por editoriales o colecciones, los lomos iguales, en formación marcial, como soldados dispuestos para la batalla. Un orden regio que, por ejemplo, no ayuda a recolectar todos los títulos de una misma autoría.

Y está quien lo hace por tamaños, así se consiguen líneas paralelas, encefalograma literario plano, al tiempo que se obtiene el máximo aprovechamiento de las baldas y un desconcierto absoluto, como en los casos anteriores, para localizar precisamente ese título.

Claro que me refería a tamaños de altura ya que si fuera por grosor otro gallo cantaría. Aquí habría que medir cada ancho de lomo para afinar en la selección. Ayuda saber que los diccionarios suelen ser los más gruesos y los libros de poesía los más delgados.

Y están quienes lo intentan por géneros. Literarios, no de autoría que también es una opción. Que si sociología, ciencias políticas, psicología, teatro, poesía, literatura clásica, literatura contemporánea, terror, ciencia ficción, fantasía, capa y espada, criminal con su correspondiente discriminación por policiaca, espionaje, negra, thriller…, historia, deportes, cocina… buf!; al final tampoco hay tantos de cada y acaban conviviendo en alarmante concubinato las recetas de la abuela con los héroes de Troya.

Hay quien opta por eslóganes, así todos los No deja indiferente a nadie van juntos, igual que lo hacen los Nada es lo que parece o los Una trepidante historia que no podrás parar de leer o aquellos que contienen Secretos oscuros que salen a la luz.

Y también los que ordenan, para no hacer demasiado largo el post, sus libros por orden alfabético. Ahí sí que hay unanimidad. O ¿tal vez no? Si se elige por título hay que definir si obviando el artículo o manteniéndolo; si se elige por autoría, decidir si por nombre o por apellido. Eso sin contar si por autoría nacional o internacional. E incluso por idiomas si son personas con don de lenguas.

Un orden en el universo literario que precisa de brújula, cada cual la suya, hay quien incluso estudia una carrera, para orientarse y no perderse en el intento de guardar una nueva adquisición o extraer una de las antiguas.

Y lo peor es que no siempre el libro nuevo va a caber en el lugar que debería y entonces es cuando se colocan en decúbito prono, cuando no supino, donde quepan, en espera de una reorganización, para la que nunca hay tiempo, y se convierten en células anarquistas que, ya se sabe, atentan contra el orden establecido.

Las librerías domésticas son la prueba que nos mandan los dioses para asegurarse que nuestra inclinación a la lectura es real, y no una pose fingida para alardear ante visitas, y poder ganarnos un espacio en la balda del cielo de la intelectualidad (a saber en que orden nos pondrán).

Actualmente yo ordeno mis libros por grandes géneros y ya en ellos, por orden alfabético de apellido. Muy convencional; voy a lo práctico. Y ustedes ¿cómo ordenan sus libros?

 

domingo, 8 de mayo de 2022

El Gran Rojo de Benito Olmo

Todas las ciudades tienen su barrio rojo; su zona merodeada por marginales con negocios ilícitos y caracteres problemáticos que evita la ciudadanía temerosa y a la que solo accede puntualmente para satisfacer vicios inconfesables.

Los barrios rojos son rojos porque es el color que avisa del peligro, el color que dice no pasar, el color del infierno y del diablo, de la tentación y de la sangre.

Ramón Mascarell vive accidentalmente en Frankfurt, muy lejos de su Cádiz, del mar y de un clima más benigno. Como mochila de su novia Gabriela ha recalado en una ciudad áspera, fría y en la que se come raro y se habla un idioma incomprensible.

La necesidad de ganar dinero le hace aflorar habilidades que desconocía y ayudando a resolver situaciones, para otros complicadas, se ha forjado una fama como investigador que ahora se enfrenta a una dura prueba.

Contratado por una extraña mujer para localizar a un joven, de quien poco le dicen, va a tener que serpentear con habilidad por el lado oscuro, solo iluminado por la luz roja, para obtener justo lo que quiere. Ni más ni menos. Ni más porque puede significar recibir palizas extra o unas cuantas balas, ni menos porque incumpliría el encargo y no vería ni un euro y entonces serían sus deudores quienes serían el más.

La humanidad de Mascarell, en las antípodas de cliché detectivesco, es su debilidad y sumada a la de su endeble y maltrecho físico lo hace víctima propiciatoria de quien se lo pida; por eso debe exprimir su cerebro: única arma con la que puede contar.

Sus pesquisas se cruzarán con las de Ayla, una adolescente que busca saber cómo y porqué murió su hermano. Ambas investigaciones tienen mucho en común y pronto descubrirán que no solo ellos buscan sino que hay más y con aviesas intenciones.

Y por encima la sombra ominosa del Gran Rojo ¿un barrio? ¿una persona? ¿una organización? Que no solo no hay que menospreciar sino de la que hay que mantenerse tan alejado como sea posible. Una sombra capaz de devorar la luz y dejar a oscuras.

Benito Olmo se encarna en Mascarell, su alter ego a medias en esta investigación. A medias porque su aterrizaje en Frankfurt tiene mucho en común pero no en el oficio elegido. Por suerte Benito Olmo mantiene la de literato lo que permite que podamos disfrutar de la lectura de esta intensa, emotiva y violenta novela negra.

Tremendamente callejera, duelen los pies de tanto patear la ciudad y más si, como a Mascarell, te falta una pierna. 

Rigurosamente urbana con charcos de agua turbia donde se reflejan rascacielos que parecen querer hundir la cabeza bajo tierra, como si intentaran ahogar a quienes en ellos viven, trabajan o se mueven. 

Peligrosamente selvática donde se agrede o se mata solo por ocupar una baldosa de más, por permanecer en una esquina o apoyarse en una farola.

Benito Olmo a quien ya conocimos y admiramos en sus novelas anteriores "La maniobra de la tortuga" y "La tragedia del girasol" sorprende con un nuevo registro que no viene sino a confirmar su destacado posicionamiento en el panorama noir actual. Sus novelas negras lo son por su adn y no por que hayan sido pintadas.

domingo, 1 de mayo de 2022

El estreno o El Caso Bramogra de Fernando Figueroa Saavedra

Rabishpool anda, como no, alterado. Y empieza a ser su estado natural habida cuenta de que el crisol de culturas, idiomas y tendencias políticas alientan la ebullición de un caldo de cultivo que se traduce en desestabilización permanente. La calma en Rabishpool debe ser algo que tal vez alguna generación futura alcanzará a saborear.

En esta ocasión hay tres eventos azuzadores de tensión. El primero, el próximo estreno de una obra de teatro que atenta contra principios inamovibles de moral religiosa y comportamiento social digno, estando Molly Grapes detrás no podía ser de otra manera. Una Molly Grapes cuyas acciones y pensamientos trascienden al feminismo de salón, que queda rancio ante su iconoclastia militante.

El segundo unos turbios asesinatos que no parecen responder a patrón alguno y en tercer lugar la osadía de unas pintadas BRAMOGRA, así en mayúsculas, que no solo ensucian paredes sino que incitan a todo tipo de especulaciones y sospechas de que puedan ser la antesala de algún tipo de revuelta o un hechizo para invocar fuerzas del más allá seguramente con claras intenciones malignas.

La intención de censurar la obra teatral y repudiar el elenco protagonista por fanáticos defensores de una moral intachable obliga a la policía a desdoblarse en proteger a los amenazados mientras intenta descubrir quien pinta con el amparo de la noche y quien asesina a cualquier hora.

Harry Maesnow el agente de policía protagonista de esta serie debe multiplicarse para cumplir las órdenes de sus superiores, para atender a su prometida Molly Grapes bajo amenaza de ominosos anónimos y para cumplir su deber de cicerón para con su cuñado, recién llegado a Londres por unos días y cuya prioridad es retozar su miembro entre esos montes femeninos que Dios tuvo a bien de situar uno al lado del otro dejando un canalillo por donde descender hacia otro monte, el de Venus. Y es que el cuerpo es un templo para el placer y el sexo su oficiante.

El ritmo, el desparpajo, la seducción y el erotismo que caracterizan el burlesque son los resortes que se adueñan del argumento para navegar por una trama policial que tiene de todo y en abundancia.

Fernando Figueroa Saavedra va por la tercera entrega de esta irreverente serie policiaca, acertadamente calificada como Hard-Boiled cómico neo victoriano, de solaz lectura. Y si en la reseña encuentran palabras que retrotraen a otros tiempos es el contagio que supone moverse por 1892.

No dejaré de recomendar la lectura de las tres entregas, todo empezó con Los Pistoleros o El Caso Hamster, continuó con Las Viudas o El Caso Gutemberg y sigue con esta tercera.

Una colección del disparatismo (referido a disparate; no existe pero hagan la vista gorda) victoriano que no pueden dejar de leer. Hay oficio, amor por la escritura y mucha imaginación.

domingo, 24 de abril de 2022

Lágrimas de ceniza de Rubén Aído Cherbuy

Un viaje al pasado siempre busca respuestas. Nadie remueve el cuchillo clavado, sabiendo que le va a despertar el dolor dormido, sino es por una causa mayor.

En la literatura de suspense se recorre al ayer para explicar la situación del hoy, buscando por qué, sabiendo que tal vez no haya un mañana.

Jason Chapman inicia ese recorrido sabiendo que necesita exorcizar viejos fantasmas que le arrebataron su adolescencia, rompieron su familia y le condenaron a un exilio forzado. Nada se puede ya evitar, pero si saber por qué le tocó a él sufrir la pérdida de su hermano, de su familia, de su vida y de sus proyectos.

Su hermano gemelo fue acusado de unos gravísimos asesinatos y desapareció al poco de que se descubrieran; ahora, dos décadas después del suceso, acaba de ser encontrado. Muerto. Tantas preguntas sin respuesta a no ser que alguien todavía pueda aportar luz. Y para eso hay que regresar a Thornwick, donde pasó todo. Dónde todo empezó.

Para Jason, Thornwick, el pueblo de su infancia, no es un regreso a una niñez feliz, es un descenso al infierno y no va a tardar en darse cuenta.

Rubén Aído Cherbuy ha entrelazado una intrigante historia aunque no haya podido sustraerse a los tópicos propios de este subgénero psicológico de suspense: el miedo en una comunidad rural cerrada, el ascendente de una personalidad fuerte sobre otras más débiles, el temor de Dios… un relato más propio del siglo XVIII que encuentra acomodo en nuestros días sin perder autenticidad.

Los personajes están construidos desde su pasado, lo que les da cuerpo y consistencia, y ha sabido dosificar la información para ir sabiendo más de cada uno a medida que avanza el relato. Lo que mantiene en vilo la duda sobre en quien confiar.

Lágrimas de ceniza es un thriller de suspense que cuenta con la habilidad de ir desmontando las hipótesis que se van elaborando en la lectura. A la que algo se da por sentado viene un giro que supone una visión distinta, desde otro ángulo; una nueva explicación a unos hechos que parecían irrefutables.

Las cenizas de un fuego pueden quedarse pegadas en las mejillas si estas están húmedas por las lágrimas. Y en esta novela hay muchas lágrimas y muchas cenizas.

martes, 19 de abril de 2022

El diablo en cada esquina de Jordi Ledesma

En otros tiempos la sabiduría popular clasificaba las novelas como del oeste, de guerra, de amor y de tiros. La intelectualidad las identificaba por géneros: western, bélico, romántico y policiaco. Pero en cualquier caso todos estaban de acuerdo en entender el significado de muere hasta el apuntador.

El diablo en cada esquina es una novela negra de tiros y de muertos, muchos. Muere hasta el apuntador.

Esteban acepta un par de encargos, nada raro, habituales, con los que ir costeando su vida. En uno de esos tiene que conseguir algo que le está aguardando, lo que no sabe es que no es el único que lo quiere.

Y de repente el mundo se pone cabeza para abajo y ya no hay donde agarrarse. Y lo peor es que sigue girando. A partir de ese momento el caos se apodera del control y cada nueva decisión despliega más descontrol y la suma de personajes no hace sino avivar el despropósito en el que unas vidas anodinas, pero que iban tirando, de repente se ven abocadas a una espeluznante lucha por sobrevivir.

El diablo en cada esquina es una novela negra aséptica y quirúrgica. Fría, dura, insensible, despiadada, violenta y sin retorno, como un cuerpo congelado.

Leerla es como penetrar en una morgue y rodearse de cadáveres. No hay espacio para la vida ni concesión alguna a la duda. Los protagonistas saben muy bien lo que quieren y saben que si entran en una morgue y no son conscientes de ello es que ya están muertos.

Jordi Ledesma muestra a sus personajes tal como son: piedras con piernas, brazos y cerebro. Las despoja de toda sensibilidad y les extirpa los sentimientos. Solo son humanos que satisfacen necesidades básicas y vicios por los que mentir, robar y matar. Son los que viven al otro lado, en el oscuro.

Personajes que andan por las calles y se mueven por bares y restaurantes con gente corriente. Y es que Jordi Ledesma no ha ido a buscar gente especial, simplemente se ha asomado por la ventana y se ha fijado con quien se cruza por la calle y ha sabido ver la desesperación de quienes habitan en el lado oscuro y los ha inmortalizado en esta novela simpar.

Leerla es aceptar su invitación de darse una vuelta por el lado salvaje de la vida take a walk on the wild side

El autor relata de donde viene cada uno de los protagonistas principales hasta llegar al momento actual en que se van a ir presentando y vamos a acompañarles, cámara al hombro, en permanente movimiento, por senderos de maldad hacia destino incierto. Sus destinos están escritos y algunos se cruzarán para descruzarse a continuación o bien para fundirse en uno solo.

Esteban, Dulce, Jorge y Santi viven su presente a diario aunque todos sueñen con un futuro. De conseguirlo o no depende de tomar las decisiones correctas algo tan difícil como jugar al escondite con los ojos vendados: todo se reduce a cuestión de suerte.

Lean esta, magnífica, novela y sientan lo afortunados que son al terminarla, y seguir vivos, y cerrar lo que solo es un libro. ¿Sólo?

 

lunes, 18 de abril de 2022

Por encima de mi cadáver de Jeffrey Archer

Jeffrey Archer fue atleta de 100 metros lisos, y es ex-vicepresidente del Partido Conservador de Reino Unido, lord británico y escritor superventas.

En su currículum cuenta casi con más escándalos: financieros, mediáticos, sexuales y políticos, incluida su estancia en prisión, que libros publicados; aunque si hay que reconocerle la facilidad que tiene para el relato fluido y tramas imaginativas que han rendido el público lector ávido de literatura best-seller y preferencia feelgood.

Por encima de mi cadáver relata la obsesión del inspector jefe d’Scotland Yard William Warwick por alguien que hace poco falleció: el millonario coleccionista de arte Miles Faulkner, condenado por falsificación y robo. William tiene un pálpito que le inquieta y es la sospecha de que Miles fingió su propia muerte y que ahora se pasea tan campante gastando su dinero y disfrutando de su magnífica colección.

Así para despejar su inquietud William en complicidad con su esposa y su equipo policial tiende una astuta trampa para que Miles, si es que está vivo, se descubra.

En paralelo su unidad trabaja en otros casos difíciles de cerrar y que en algún caso se precisaría un golpe de suerte o un saltarse la línea para poder hacerlo. Tantos frentes abiertos dan pie a cortas subtramas que no dan respiro ni al equipo ni al lector.

La novela salta de un escenario a otro con una rapidez sorprendente. Empieza en un crucero de placer, engañoso ya que hay que resolver un asesinato, hacia Nueva York; continua en Londres, viaja por Europa, por Gran Bretaña, vuelta al continente y así en un sin parar propio de la caza del gato al ratón en una serie de dibujos animados, cumpliendo con todo el entretenimiento que se le supone.

Una novela con erudición pictórica y detalles de bon vivant, aportados por el propio autor y unas relaciones interprofesionales entre departamentos que conoce por haberlas cultivado en su etapa política.

Todo esto le sirve, como es habitual en su obra, para deslizar una ágil, ligera e ingeniosa trama sin otra pretensión que posibilitar un rato de lectura amable y divertida con giros y sorpresas.

Por encima de mi cadáver es una novela que lleva inconfundiblemente el ADN de su escritor Jeffrey Archer y que no defraudará a sus habituales y seguro conseguirá añadir de nuevos.

lunes, 11 de abril de 2022

La mujer de la casa de enfrente de la chica en la ventana

Bajo esta largo y evocador título encontraremos una serie, como no, paródica del genero criminal. Un domestic noir de manual que consigue distanciarse del encasillamiento que le presupone la etiqueta gracias a su sentido del humor.

Anna (la actriz Kristen Bell) es una mujer joven a la que un escalofriante suceso le arrebató la vida de su hija, rompió su matrimonio e hizo añicos su vida que intenta recomponer pegando los trocitos que va recuperando.

Tiene por compañía vino a copas, una detrás de otra, y ansiolíticos y antidepresivos. Aún suele cocinar su famoso gratinado de pollo aunque ya no tenga quien lo deguste y alabe; y ha abandonado en el desván sus útiles de pintora truncando así lo que prometía ser un brillante futuro artístico. Sus aptitudes culinarias y artísticas relegadas a simples manualidades de escuela.

Pero he ahí que nuevos vecinos en la casa de enfrente vienen a alterar su rutina y a despertar motivaciones dormidas para seguir teniendo ilusiones.

Ilusiones para reactivar pulsión de vida, ya que tan pronto siente un impulso sexual irresistible como uno maternal inenarrable. Y ver un asesinato desde la ventana del salón, remedo con gaseosa de La Ventana Indiscreta, y contarlo a todo el mundo sin que nadie te crea, no solo no ayuda a la estabilidad psíquica y emocional, sino que o te hunde en tu depresión o te levanta el ánimo.

La serie, sembrada de cadáveres, tiene una vis cómica de claro humor negro que no solo se manifiesta constantemente en pequeños detalles sino en el tono general y especialmente en los dos finales: el que cierra el arco argumental y el que da pie a un continuará.

El almacenamiento de corchos, la forma de llenar la copa, las cazuelas y su trágico fin, la ombrofobia o fobia a la lluvia, el surrealista final de su hija, el arreglo de su buzón, los ruidos en el desván, las alucinaciones… mil y un aspectos que buscan la complicidad en el humor e insieren la semilla del terror esperando que dé sus frutos, aunque no sea para aterrorizar sino para sorprender y a continuación provocar hilaridad.

Una sola temporada, de momento; un total de 8 episodios de unos 25 minutos cada uno, lo que da para verla toda entera de una sentada y quedarse con ganas de más.

Sus creadores y el amplio equipo guionista ha trabajado duro para distanciarse lo suficiente del original y mejorar lo que en él se quedó a medio camino. Su título evoca inequívocamente al best seller La mujer en la ventana que también fue llevado al cine con el mismo título. Un producto de consumo rápido, rechazado por crítica y público, que ahora se ve revitalizado en esta serie con un reenfoque satírico, gore y noir.

Ideal para llenar una tarde de estas fiestas si no son amantes de procesiones y su economía no está para viajes. Van a divertirse a costa de las excentricidades y desbarajustes de un guion que, a pesar de lo que pueda parecer, es inteligente y capaz de armar una interesante y seria trama de misterio que mejora en mucho otros productos de similar factura con los que podría llegar a confundirse.

No se la pierdan.

miércoles, 6 de abril de 2022

En la sangre de Laura Gomara

La sangre es lo que ata familias y compromisos. La sangre es lo que libera el cuerpo cuando es herido. La sangre puede enfermar y contagiar. La sangre es vida y sin ella es muerte.

Hay parejas que fundamentan su relación en encuentros y desencuentros. Eva y Oleg forman una de ellas. Oleg trabaja en el restaurante familiar y en un taller de reparación de motos.

Eva Valverde trabaja hurtando en el metro, en la calle y en pisos de alquiler turístico para luego revender. Podría no hacerlo pero lo ha escogido como forma de vida para satisfacer una necesidad autoimpuesta con la que busca reafirmar lo que no se le permitió en la adolescencia.

Una desafortunada e inesperada carambola en forma de chantaje la coloca en una situación de vulnerabilidad que la obliga a enfrentarse a sus principios al asumir unos riesgos para los que se descubre preparada pero no dispuesta.

Es consciente del conflicto interior que le suponen sus tortuosas relaciones, cuando no conflictivas, que se mueven en círculo, sin avanzar: con sus amigas, sus confidentes, su novio, su madre, sus víctimas y su perista. Sabe que en parte es culpa suya pero no está dispuesta a flagelarse, en todo caso a iniciar de nuevas.

Un nuevo suceso viene a desequilibrar su quehacer diario lo que le hace tomar conciencia de que la vida es eso que pasa dentro de un autobús mientras ella va a pie i tiene claro que quiere dejar de ser peatón, aunque calce unas Ferragamo.

En paralelo la mafia rumana marca territorio en una partida de altos vuelos, y ella, experta ajedrecista, sabe que un simple peón solo tiene poder si resiste hasta el final y puede coronar.

Laura Gomara escribe una novela a ritmo de monologo acelerado, donde el ambiente es opresivo y pesado y amenaza con aplastar a quien no se aparte a tiempo.

La autora repite escenario, Barcelona, y sigue consiguiendo ofrecer una imagen de la ciudad como la que tiene quien vive en sus barrios y conoce sus límites. Así logra que la ambientación arrope la trama y blinde su verosimilitud.

La escribe en primera persona, es Eva quien nos cuenta lo que pasa, pero parece en tercera y es que Eva se mantiene a distancia sin mostrar empatía por nada ni nadie. Una voz dura de quien parece enfadada con el mundo.

En la sangre es una novela negra de barrios urbanos, clases sociales y conflictos personales. Y evidencia como una inadecuada gestión de ellos puede conducir al asesinato y como una circunstancial solidaridad a una redención, en un acto de máxima generosidad.

Su final es consecuente con todo el camino recorrido; digno de una enconada partida de ajedrez, y demuestra que el empoderamiento femenino no es algo que el patriarcado otorgue sino algo que nunca le ha pertenecido.

Una novela negra valiente por alejarse de estereotipos, como ya hiciera la autora con su anterior Vienen mal dadas y demuestra como en la novela negra cuando los conflictos internos de los personajes los llevan al límite, pueden llegar a tener más trascendencia que los propios delitos.

domingo, 3 de abril de 2022

Los miradores verdes de José Luis Pastrana

Al levantar la vista y mirar hacia arriba desde un prado, el follaje verde y el etéreo azul son la antítesis del rojo de la sangre y el negro de aviesas intenciones y peores actos que cohabitan con la humanidad a ras de suelo. El cielo como decía Freud, lo dejamos a las aves y a los ángeles. El suelo, eso no lo dijo él, a la maldad humana.

Odón Calleja, Pepe Pastrana, Basilio y El Guaje se encargan de un caso que combina esa paleta de colores que no solo ensucia sino que además es peligrosa. Un nuevo encargo que precisa de recursos tecnológicos extra y dedicación nocturna como si fueran curuxas de grandes ojos expectantes.

Un encargo que empieza con la investigación de un accidente de tráfico y termina con… mejor no avanzo nada. Solo indicar, parafraseando a Poirot, que todos esconden algo, todos mienten

Segunda entrega protagonizada por la Agencia de Investigación Marbella y en esta ocasión, habiendo presentado sobradamente los protagonistas en la anterior, más centrada en los pasos propios de toda investigación.

Una entrega que confirma el enfoque cozy de la serie, anteponiendo el aspecto detectivesco al noir de una novela negra.

El autor, José Luis Pastrana, prefiere la parte amable, centrada en la interacción entre los personajes y sus vivencias cotidianas, que la escabrosa del propio delito. Y así, en su obra, no se recrean hechos más allá de la mención y no se relatan actos que la imaginación no pueda suponer.

Al dominio del lenguaje, ya demostrado, se le añade la imaginación para ir trenzando una compleja historia con muchos protagonistas; en la que cada cual tiene su papel que, aunque pueda parecer pequeño, resulta indispensable para el avance de la trama.

Los miradores verdes es una novela de procedimiento de investigación. Si generalmente las novelas policiacas explican el procedimiento seguido por comisarías y agentes, esta serie se aborda desde el punto de vista de los investigadores privados en este país.

Muestra así la cara menos conocida del género, la menos peliculera y, en aras del realismo, sus limitaciones legales. Lo que ayuda a entender que el final no sea todo lo redondo a lo que se está acostumbrado, pero es que las leyes de este país requieren que sea cuadrado. Y es que no todos los delitos son pasto verde para las agencias de detectives.

La novela mantiene el tono ligero y cotidiano de cercanías que apuntaba la anterior, lo que parece confirmar que se ha establecido pauta, y significa lectura fácil que la hace recomendable entre lecturas de más calado, aquellas que dejan la mente aturdida y el cuerpo molido aunque no se haya movido del sillón.

De seguir así, el género cozy, poco dado en este país, tiene un nuevo adalid. Habrá que seguirlo de cerca.

Reseñada anteriormente en este mismo blog, Nuevos Horizontes: un caso del detective Calleja, primera entrega de la serie.

lunes, 28 de marzo de 2022

Vienen mal dadas de Laura Gomara

La crisis, sea familiar, de pareja o económica, es aquella situación en la que apareces como culpable aunque no lo seas. Pierdes a tu familia y eres culpable; pierdes a tu pareja y te sientes culpable; pierdes tu empleo y tu dinero y el banco te hace culpable.

Y cuando intentas rehacer tu vida, la sociedad te culpabiliza y te repudia. Y sobrevives como puedes pero intentas no perder la dignidad. Lo único que te importa incluso por encima de la propia vida.

Ruth Santana tiene dos empleos y aun así no llega a final de mes, pero no ha perdido su capacidad de lucha, ni su dignidad. No se doblega y por eso rechaza ayudas y no quiere imaginar a cambio de que favores. Pero a veces el destino, eso que se te cruza cuando dudas si ir o volver, si girar o seguir derecho, puede abrirte una puerta que ni sabías que existía.

A Ruth le ofrecen entrar tras una puerta oculta. Le ofrecen dinero fácil a cambio de muy poco, una simple vigilancia. Le ofrecen entrar en un túnel, como en el que ya está, pero en ese puede haber salida y esa luz, al fondo, la atrae como una polilla. Y si con eso va a poder volar, aunque sea temporalmente, no duda en agitar sus alas, y si se quema en el intento al menos habrá volado.

Mientras, una banda de carismáticos reventadores de cajeros automáticos planifica el golpe que los aleje de su realidad y les permita construirse una a medida. Buscan los mares del sur bajo el asfalto. Cada cual tiene su ilusión y a eso van. No son delincuentes ambiciosos y obedecen al Gallego que es el único que tiene un doble motivo para hacer lo que hace.

Un motivo poderoso que puede llevarse por delante a quien se interponga.

Laura Gomara relata una trama muy bien planificada; una acción narrativa a ritmo vivaz que se mueve por las calles de una Barcelona actual, sorteando peatones de a pie y los que yacen tumbados entre cartones y mantas en portales.

Ha escogido sus personajes entre los cientos de transeúntes con los que nos cruzamos un día cualquiera deambulando por calles y avenidas. 

Rechaza los estereotipos y por eso los policías y los delincuentes se identifican más por lo que no son que por lo que deberían ser. Incluso Ruth Santana es la negación al arquetipo que se le supondría en su papel de mujer en la novela negra.

Por comparación con los peores que eligen maldad para vivir, aquí los malos son los buenos ya que no han elegido sino que la vida los ha hecho así.

Con esas premisas, está claro que Vienen mal dadas es una novela negra por convicción y no por responder al paradigma tradicional, y por eso su lectura aún resulta más atractiva e interesante.

lunes, 21 de marzo de 2022

El Último Gudari de José María Nacarino

El Último Gudari, reforzado con las mayúsculas, es un thriller social e histórico que ficciona levemente, la vida en el día a día, el estado de ánimo, el miedo, la euforia, las contradicciones y las interrelaciones de los habitantes de Mondragón en los días previos a una decisión histórica que pretendían acordar el gobierno de España y la dirección de la organización ETA; terrorista para unos, de liberación nacional, para otros.

Último adjetivo Que en una serie ordenada ocupa el lugar final y no tiene otra cosa de su misma especie detrás o después.

Gudari nombre masculino Soldado del Gobierno autónomo de Euskadi durante la Guerra Civil Española. La organización ETA llama "gudaris" a sus miembros.

El 2005 sorprende a los habitantes de la localidad con la noticia de la detención en Andalucía de un comando de ETA. Los agentes Luis Alkorta y Reyes Bravo, encargados del operativo, saben que son victorias pírricas; que por cada etarra detenido surgen de nuevos y que solo descabezando la organización se podrá avanzar en su desaparición.

Hay que investigar, hay que camuflarse, hay que hacer seguimientos, hay que vigilar a todas horas y hay que estar con todos los sentidos puestos ya que es muy fácil pasar de perseguidor a ser objetivo.

Los sentimientos en Euskal Herria están a flor de piel y hay que pisar con cuidado para no soliviantarlos. La lucha es en las dos direcciones y en ella no hay cuartel.

José María Nacarino ha elegido para su primera novela un tema y una época cuyas heridas aún no solo no han cicatrizado sino que a la mínima vuelven a sangrar. La misma sangre que vertieron víctimas y verdugos de ambos bandos.

Ha realizado un retrato de la parte humana de quienes vivieron y sufrieron esa época. Convivir las 24 horas de cada día con la sensación de que puedes ser la siguiente víctima como diana o como daño colateral no predispone a disfrutar sino solo a sufrir menos. Ha retratado como eran quienes murieron y quienes fueron detenidos. Cómo se vivía el miedo y el odio. Como se sufría y como se obedecía.

El Último Gudari describe las incertidumbres y las desavenencias entre vecinos, entre políticos, también entre las fuerzas policiales y como no entre los dirigentes de la organización ETA. Todos quieren tener razón pero saben que no la tienen.

El autor relata hechos factibles y desarrolla una narrativa que cumple con su función de fijar la atención lectora a lo largo de las 747 páginas en las que no paran de suceder hechos que incitan a la reflexión para no caer en la trampa de juicios maniqueístas.

Una lectura apasionante y muy humana. Un entretejido de subtramas con hilos de sentimientos y aspiraciones.

miércoles, 16 de marzo de 2022

Carcinos, el asesino silencioso de Pedro Luis Fernández Ruiz

La divulgación científica requiere conocimiento del tema y capacidad para comunicar, dominio de la síntesis y del lenguaje. Por eso hay quienes teniendo uno y careciendo del otro emplean negros para escribir la obra.

Pedro Luis Fernández no precisa de esa muleta. En esta novela, su primera de género noir, demuestra tener la información y saberla transmitir; y para acentuar la predisposición lectora entreteje una enfermedad tan temida como es el cáncer con un relato policiaco sembrado de supercherías, toques milagrosos y episodios históricos que, reales o ficcionados, ayudan a componer la melodía de la aventura.

El resultado es Carcinos: un thriller rural que transcurre en Valdemonte un ficticio recóndito lugar de La Mancha de cuyo nombre real el autor pretende no acordarse.

Un villorrio al que ha regresado Alonso, el hijo del boticario, para hacerse cargo de un patrimonio familiar y en donde coincide con amistades de crío. A su alrededor se desenvuelve una trama criminal de funesto desenlace que lo involucra en una aventura que firmaría la mismísima Enid Blyton si sus Cinco hubiesen proseguido la investigación de sus misterios al llegar a la edad adulta.

Novela negra, policiaca, suspense, thriller… todo parece igual pero es distinto. Con cáncer, carcinoma, tumor, neoplasia… sucede lo mismo. Y del mismo modo que los géneros literarios ofrecen diferentes niveles de lectura, el cáncer ofrece múltiples caras y contra cada una hay que acomodar el comportamiento y el tratamiento adecuado para sanar al cuerpo.

Pedro Luís Fernández Ruiz, catedrático en la UAB y especialista en Anatomía Patológica y Jefe de este Servicio del Hospital Can Ruti de Badalona, escribe con precisión acorde a su oficio y a su trabajo. Con rigurosidad académico-científica pero empleando un léxico de divulgación absolutamente literario.

De forma progresiva va presentando los personajes que ha seleccionado para ejercer una función precisa dentro de un argumento que se va extendiendo para hacerse amo del relato.

Un relato que va cogiendo cuerpo, como el vino en bota, para ir desplegando todos sus recursos seductores. Equilibra la seriedad del tema de fondo vistiéndolo de aventura de acción y elige jóvenes en fase de madurez para encabezar el reparto lo que le permite pausas de relajamiento tensional.

Es un placer leer una obra de estas características que entretejida con tantos géneros tiene momentos para todo y para todos. Un thriller rural y tan criminal, como para dejar bastantes cadáveres por el camino.

domingo, 13 de marzo de 2022

Romperás la noche con un grito de David Orange

Hay muchos tipos de thrillers, pero o se mueven en línea recta hasta el infinito y más allá o adoptan la forma de espiral y van ampliando su radio de acción. Pero condición ineludible en todos es que la tensión debe ir en aumento y mantener el ritmo o en su virtud, incrementarlo.

Romperás la noche con un grito es un thriller que combina ambos tipos de narración. A la línea recta, le sigue un momento espiral y así intercalando va evolucionando la investigación. Incluso se permite capítulos a cámara rápida, donde se avanza al doble de lo normal con el método de no relatar sino resumir lo acaecido y que se desconoce para dar un salto temporal hacia delante. La sensación de vértigo que produce leer uno de esos capítulos es tan agradable como cuando la vagoneta se pone cabeza para abajo, inesperadamente, en el parque de atracciones.

Samuel es un bebé de 7 meses que duerme con su chupete de mariposas abrazado a un oso de peluche. Su padre Ignacio Durán, médico de familia, cuando no está a su lado, controla sus movimientos mediante un vigilabebés. Esa noche, en una suerte de duermevela provocada por el ruido de animosos falleros, cada vistazo le devuelve su cuerpecito relajado dentro de su cuna. Hasta que el último vistazo muestra la cuna vacía.

Un secuestro o un robo, no es lo mismo. En el primero hay esperanza de recuperar al bebé en el segundo es prácticamente imposible. Si es un secuestro habrá llamada e intento de intercambio con dinero; si es un robo, los compradores habrán tenido la precaución de ocultar su identidad y su nacionalidad y con el paso de las horas, localizarlos se hace cada vez más improbable.

La inspectora Elísabet Bru y su equipo, con la ayuda no deseada ni solicitada de un teniente de la Guardia Civil, son conscientes de que se enfrentan a un desafío por el que ni ellos mismos apostarían a ganador, pero no pierden la esperanza y prosiguen denodadamente a analizar cada nuevo indicio que se va incorporando al hilo de la investigación con la esperanza de sea el definitivo y les permita llegar a tiempo.

David Orange, de quien ya se reseñó en este blog su novela Género de violencia, ha dado un salto cualitativo considerable desde entonces, y en esta obra describe minuciosamente el procedimental policial para este tipo de situaciones consiguiendo alertar los sentidos puestos en la lectura.

Dibuja unos personajes tan carismáticos que es imposible no hacerse rápidamente con ellos, un recurso muy conveniente cuando hay tantos protagonistas actuando por separado, y establece un juego de relaciones personales que cubren gran parte del espectro de agentes socializadores.

La trama de Romperás la noche con un grito está dispuesta para que la lectura, confiada, caiga de lleno en sus mil y una trampas; y para que vea como la complejidad se ha apoderado de un caso que parecía una cosa y está siendo otra. Y a cada nuevo avance, con el cielo a tocar, un nuevo revés y un desespero en aumento viendo cómo pasan las horas sin solución a la vista.

El tema elegido, de los que tocan la fibra, ayuda a que la obra funcione todo en uno. Y para redondear está el final, del que no diré ni mu.

miércoles, 9 de marzo de 2022

Yo maté a Sherlock Holmes de Lluís Recasens y Manel Cruz

Sherlock Holmes llegó a ser, incluso hoy en día aún lo es, algo más que un personaje de ficción para Gran Bretaña. El afamado investigador es el gran icono del género policiaco y, con permiso de Dupin y la envidia de Poirot, el más conocido y celebrado del mundo.

Por eso su muerte, en extrañas circunstancias en las cataratas de Reichenbach, junto a su némesis, el profesor Moriarty, supuso un inconsolable suceso para el público y el sentimiento de pérdida se convirtió en un arma arrojadiza que tuvo en su creador, Arthur Conan Doyle, el blanco de una ira tan irracional como despiadada.

Conan Doyle obró por un impulso sin mesurar el alcance de su decisión. Los celos irrumpieron en su, ya de por si desmejorada, psique y con unas pocas líneas manuscritas condenó a muerte a su criatura al tiempo que empezaba a cavar la tumba donde enterrar su fama y su carrera literaria.

De todas las decisiones posibles que podía haber tomado, sin duda eligió la peor. Claro que el tiempo le brindó la oportunidad de remediar su error y para su carrera, la sociedad británica de la época y los millones de lectores desde entonces, la aprovechó y acertó.

El período de ausencia de Holmes es conocido como El Gran Hiato y ha supuesto la aparición de múltiples pastiches, algunos de gran calidad que no desmerecen al original.

Mucho se ha escrito con Holmes de protagonista pero menos sobre Conan Doyle y este cómic viene a ponerle remedio. Estamos ante un biòpic que relata los desasosegantes momentos que vivió Conan Doyle que mediaron desde la muerte a la resurrección de Sherlock Holmes. Una suerte de Semana Santa que le llevó de la obcecación a la resignación.

Lluís Recasens, un todo terreno de los medios de comunicación con larga trayectoria desde la década de 1970, conocido como L’Avi, ha investigado y documentado cada palabra hasta elaborar un excelente guion que por sí mismo es ya una novela corta.

Nos cuenta desde un punto de vista emotivo e irónico el periplo de Conan Doyle hasta entonar su mea culpa y continuar escribiendo las hazañas del excéntrico detective inglés. Y lo hace relajando la historia para poner el acento en la anécdota y dando relevancia a los detalles menos conocidos de ese periplo introspectivo.

Y Manuel Cruz pone habilmente el lápiz y la tinta, blanco y negro y trama en gris, para dibujar con un estilo cartoon muy adecuado al tono ligero que le pide el argumento. La ambientación en interiores y en exteriores es comedida, ajustada a la época pero sin quitar el protagonismo a los personajes que requieren el foco en cada viñeta. Fondos que visten pero no ocultan.

Con acentuados movimientos de ojos, cejas, labios y bigotes dota a los protagonistas de una expresividad tan elocuente como comunicativa.

Yo maté a Sherlock Holmes se trata de una obra ágil, directa e histórica que entretiene, divierte e ilustra ese impase que en 1891 mantuvo en vilo a toda Gran Bretaña sin excepción alguna ya que incluso en Buckingham se instaló la intranquilidad.

Una obra que lo tiene todo para no pasar desapercibida; incluso el aval del prestigioso Círculo Holmes de Barcelona. Y lo mejor es que ya está en marcha una segunda entrega que buceará en las relaciones que mantuvieron Holmes y Houdini.

domingo, 6 de marzo de 2022

Planeta de Susana Martín Gijón

Nos reencontramos con la inspectora Camino Vargas, a quien conocimos en Progenie y acompañamos en Especie, y no ha variado su punto de insubordinación que la convierte en outsider ni su acentuada capacidad de deducción que la convierte en una brillante detective.

Pero también con una Camino Vargas a quien reveses de la vida la han hecho madurar muy deprisa; tanto que, como la nieve caída de golpe, no se ha asentado del todo, aunque, afortunadamente para los lectores, sigue teniendo intacta su capacidad para tomar decisiones que descolocan a propios y ajenos, aunque la veamos más vulnerable.

Planeta es la culminación de un arco argumental en forma de trilogía y por ello una continuación de la trama iniciada en la anterior entrega, Especie, y por tanto debería leerse a continuación para poder abarcar toda la inmensidad del argumento.

Un argumento repleto de protagonistas, cada uno con su historia y su introspección psicológica que nos permite conocerlos y entenderlos mejor. Y cada uno con su subtrama. Unas subtramas que en su mayoría convergen como afluentes al río principal, como lo hace el Tamarguillo al Guadalquivir, y otras que siguen otros derroteros y que presentan claramente suficiente cuerpo como para tener dedicación plena en siguientes entregas y nuevos arcos argumentales.

Susana Martín Gijón, degustó el placer del thriller y en esta nueva novela se sumerge plenamente en el género, sin remilgo alguno, completamente desatada, haciendo adecuado uso de sus resortes y primando la cohesión de su trama y la coherencia de los movimientos de sus personajes pero teniendo en cuenta la necesidad de ir incrementando el ritmo capítulo a capítulo, sembrándolos de sucesos que vienen a tensionar la lectura de forma incontrolable.

Un thriller canónico con un asesino en serie de relamido comportamiento.

En una Sevilla donde el brillo del sol ha sido sustituido por el de las gotas de lluvia, una lluvia pertinaz que borra relieves y sonrisas, se descubre el cuerpo mutilado de una mujer en un campo de golf. Está en una de esas trampas de arena pensadas para atrapar pelotas que llaman bunker y que esta vez ofrece una presa mucho mayor.

La inspectora Camino Vargas de homicidios y su equipo se encargan de las pesquisas que deben simultanear con su obligación de servir a la ciudadanía ayudando en los problemas y destrozos que está causando el aguacero, un protagonista más, que parece haberse instalado en la vertical de la capital andaluza sin prisa, como turista remolón, a abandonarla.

Una lluvia que para algunos es la avanzadilla del deterioro del planeta con el que castiga el cambio climático y que enfrenta grandes intereses con grandes ideales. A corporaciones especuladoras con ecologistas de vivencia sostenible que se están cansando de no querer ser escuchados. Está en juego el planeta y con él la vida. Humana, animal y vegetal, aunque a efectos práctico,s si no hay personas que lo documenten, nadie se va a enterar si alguna especie sobrevive.

La intuición de Camino Vargas acierta en suponer que el asesinato es una suerte de mensaje y que cuando eso es así suelen haber más. Pero está lejos de imaginar cuantos más. Tantos que se diría que incluso Sevilla parece haber perdido su duende.

martes, 1 de marzo de 2022

Un trabajo limpio de Xus González

Es de sobras conocido que un gran número de parejas se constituyen en la proximidad. En los estudios, en el vecindario y en el trabajo. Sobre todo en éste último ámbito, donde las horas de convivencia, en general, superan las de coexistencia en cualquier hogar, horas de sueño aparte.

Y más aún si el oficio conlleva horarios dispares, tensión, riesgo, desplazamientos; disponibilidad total a cualquier hora y cualquier día sin respetar ni sábados, ni domingos ni fiestas de guardar.

Como el oficio de los miembros de las fuerzas del orden. Por eso no extraña que Saúl Sanz y Silvia Mercado del Grupo de Robos Violentos de la UTI Metropolitana Sur sean pareja y aunque a las ordenanzas no les guste, su jefe, el sargento Román Castro, hace la vista gorda habida cuenta de la escasez de personal y la indudable calidad de ambos investigadores.

Un sargento que bien sea por ser pelota, o lameculos o tonto del ídem, le endilgan todos los marrones, aunque no sean de su estricta competencia, como el que les acaba de caer ahora: un atraco a un banco que ha salido mal.

Tenía que ser un trabajo limpio pero un imprevisto, de los que ni por ley de probabilidades se podía contemplar, ha hecho que se torciera y dejara víctimas. Identificar a los culpables y sus intenciones va a pasar de ser un marrón a un desastre.

Un trabajo limpio es una novela negra procedimental, de las que la comisaría y sus agentes, como en la realidad, sostienen el sistema para que no decaiga y se sostienen unos a otros para no decaer.

Muchas son las novelas con policías o mossos de protagonistas, pero generalmente se les observa como tercera persona desde la ventana de la lectura.

Xus González, el autor, y mosso d’esquadra en investigación criminal, en esta obra, sin embargo, nos sienta en una silla de la comisaría o en el asiento trasero del vehículo para que podamos compartir sus vicisitudes a lo largo de la investigación.

El autor instala el delito donde no debería haberlo y alimenta el argumento con una realidad que cada día nos golpea desde las páginas de los periódicos o la verbalizan quienes informan desde los noticieros.

El argumento no es original ni mucho menos; material más que trillado principalmente en series de televisión americanas vistas en nuestro país, pero el tema sigue interesando y enojando por la proximidad con la que nos envuelve y su planteamiento de thriller bien asesorado consigue mantener el libro pegado a las manos hasta el desenlace final.

Una obra de personajes, muchos y bien perfilados sin estridencias, lo que supone un gran placer lector. Una denuncia hacia el exceso de control policial de puertas afuera y hacia el despliegue de los circuitos de producción y distribución de drogas, por quienes parecen ser los amos del mundo que solo temen que el cielo caiga sobre sus cabezas, porqué por lo demás está todo atado y bien atado.